Visitas: 50
El pasado 11 de octubre, la Comisión de Historia de la Academia Nacional de Medicina organizó el simposio “El contagio de dos mundos: infecciones precolombinas y traídas del Viejo Mundo” con la Coordinación del Académico Luis María Murillo.
:::::::::::::::::::::
El arribo de Cristóbal Colón el 12 de octubre de 1492 a Guanaháni, constituye un suceso que marca un cambio en el rumbo de la historia para los mundos que fueron al encuentro.
Motivos siempre habrá para conmemorarlo o celebrarlo. Conmemorarlo es lo mínimo que debemos hacer por su importancia, independientemente de que el suceso se juzgue con ojo censor o aprobatorio. Muchos realmente celebramos.
Los avatares de la conquista dejan sinsabores, pero también satisfacciones. Quinientos treinta y dos años después el hombre que desciende de esos mundos debe tener el decantado panorama que le dan los siglos para juzgar con objetividad y sin apasionamiento las implicaciones de ese encuentro.
La comisión de historia ha querido en esta ocasión centrar su atención en las enfermedades que se extendieron con el contacto del viejo y el nuevo mundo. Bajo el título “El contagio de dos mundos” nos centraremos en algunas enfermedades infecciosas que existían antes de la conquista y aquellas que llegaron con los conquistadores.
A cargo de las conferencias, los doctores Hugo Sotomayor Tribín, Abel Martínez, Cristian Vallejo, Luis Carlos Villamil, Michel Faizal, Efraín Benavides y quién estas líneas escriben. Abordaremos los temas de la paleopatología, la influenza, el tabardillo, la sífilis, la bartonelosis, la viruela, la lepra y las parasitosis.
Luis María Murillo Sarmiento
Coordinador Comisión de Historia y Humanidades
Academia Nacional de Medicina
Arqueología, paleopatología, arqueomedicina y médicos en Colombia
Doctor Hugo Sotomayor Tribín. Doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Pediatría de la Universidad Colegio Mayor del Rosario y Hospital Militar. Curador del Museo de la Academia Nacional de Medicina de Colombia. Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Militar Colombia y Académico Ejemplar en 2022.
Los avances científicos y nuevos intereses han revolucionado el estudio de la arqueología, permitiendo a los arqueólogos abordar sus temas desde diversas perspectivas. Aunque la arqueología no puede establecer verdades absolutas, sí ofrece múltiples evidencias que enriquecen la interpretación del pasado, apoyándose en un sólido conocimiento histórico. Desde la primera descripción de un cráneo deformado de un aborigen americano en 1832, se ha generado un creciente interés en los aspectos médicos de la arqueología. En 1839, el médico estadounidense Samuel George Morton documentó fracturas y deformaciones craneanas en su obra “Crania Americana“. Esta línea de investigación continuó con médicos destacados de Colombia, como el médico bogotano Ezequiel Uricoechea que fundó la Sociedad de Naturalistas Neogranadinos. Entre 1859 y 1876 el médico francés Pierre Paul Broca, realizó estudios sobre un cráneo peruano, evidenciando la existencia de trepanaciones en la antigüedad, algo que aún no se había documentado ampliamente.
Entre las dos guerras mundiales, la paleopatología se benefició de nuevas técnicas, como el uso de rayos X para el análisis de huesos y momias. La paleopatología, que estudia las enfermedades en la antigüedad, tuvo su aparición entre nosotros con el trabajo La deformación artificial del cráneo en los antiguos aborígenes de Colombia del médico Juan. B. Montoya y Flórez en 1921, abriendo el camino para que, desde 1946 en adelante, la paleopatología se integrara con otras disciplinas como la demografía y la epidemiología. En las décadas de 1970 y 1980, surgieron pioneros en este campo en Colombia, como José Mora Rubio, profesor de neurocirugía de la Universidad Nacional quien escribió el artículo Craneotomías americanas prehispánicas. Arqueólogos surgidos de la Escuela Nacional de Antropología del Instituto Colombiano de Antropología. Uno de los allí mencionados, el profesor Gonzalo Correal Urrego se convirtió en el pionero de los estudios de la paleopatología en Colombia con sus estudios en huesos y momias durante varias décadas.
Con el surgimiento del interés por las culturas indígenas, se empezaron a realizar estudios sobre enfermedades representadas en el arte prehispánico, dando lugar a un diálogo entre la medicina moderna y la arqueología. El doctor Hugo Sotomayor Tribín, presentó en 1989 en el IX Congreso Latinoamericano de Genética el primer informe médico técnico colombiano que estableció diagnósticos médicos de origen genético. Tres años después apareció su obra Arqueo medicina de Colombia prehispánica, inicio de muchas publicaciones y trabajos de su autoría que han enriquecido la paleopatología en Colombia. En 1995, Gonzalo Correal, Felipe Cárdenas, Felipe Guhl y Hugo Sotomayor fundaron la Asociación Colombiana de Paleopatología.
La paleopatología no solo permite reflexionar sobre la salud en épocas pasadas, sino que también contribuye a un mejor entendimiento de la evolución de la medicina y su relación con las diversas culturas a lo largo de la historia.
Influenza, primera epidemia del Nuevo Mundo
Doctor Luis María Murillo Sarmiento. médico gineco-obstetra y escritor, docente en Medicina y Bioética. Miembro de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina y Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina.
El encuentro de los dos mundos constituyó una catástrofe demográfica para la población aborigen. Los enfrentamientos entre conquistadores e indígenas, los maltratos y la explotación laboral de los nativos, las hambrunas, pero particularmente las epidemias, explican la devastación de la población.
Epidemias hubo muchas, pero las más letales fueron las de viruela. La primera se inició en La Española, ocasionó la muerte de la tercera parte a la mitad de la población y llegó a México donde se estima que fallecieron de 2 a 8 millones de personas.
Pero antes que ella hubo una epidemia que comenzó al día siguiente del desembarco de Colón en su segundo viaje: el 9 de diciembre de 1493. Ocurrió en Santo Domingo, en el sitio bautizado La Isabela, en homenaje a la reina, que se constituyó en la primera población fundada en el Nuevo Mundo. Fue una enfermedad caracterizada por su gran contagiosidad, alta mortalidad, con breve período de incubación, postración y fiebre alta, romadizos, catarros, y en algunos casos manifestaciones respiratorias, dolor de costado (neumonía) y epistaxis. Se cree que entre 1493 y 1517, la población de Santo Domingo pasó de aproximadamente 1.1 millones a solo 10,000 personas, según algunos historiadores. Esta disminución es atribuida a diversas causas, incluyendo enfermedades.
Dieron testimonio de ella Cristóbal Colón, quien la padeció; Bartolomé de las Casas, Pedro Mártir de Angleria, Gonzalo Fernández de Oviedo, Antonio de Herrera y Tordesillas; Hernando Colón, hijo del Almirante, y Diego Álvarez Chanca, primer médico graduado que ejerció en América y acompañó a Colón en su segundo viaje. De las hipótesis planteadas, fiebre amarilla, malaria, infecciones intestinales, tifoidea, sarampión, tifo exantemático, viruela e influenza, es esta última la que parece más probable.
La primera epidemia de Tabardillo en el Nuevo Reino de Granada.
Doctor Abel Fernando Martínez Martín. Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia. Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).
En 1633, el Nuevo Reino de Granada enfrentó su primera epidemia de tabardillo, que se reconoció como una enfermedad devastadora que combinaba síntomas de tifus y otras pestes desconocidas en la región. Cervantes, en su obra “El Quijote”, menciona que quienes viajaban a las Indias orientales sabían que habían cruzado el ecuador cuando sus piojos morían. Esta epidemia se produjo 45 años después de las devastadoras epidemias de viruela y sarampión que asolaron Tunja y fue aún más mortífera. El tabardillo fue descrito como extremadamente contagioso, con un impacto demográfico catastrófico, causando la despoblación de ciudades, la decadencia económica y un colapso de la sociedad que dependía de la mano de obra indígena.
Los registros históricos muestran que el tifus exantemático o tabardillo (producido por la Rickettsia prowazekii y transmitido por el piojo del cuerpo) fue la enfermedad más documentada por los españoles. Durante la década de 1630, se registraron varias oleadas de enfermedades, destacando la epidemia de 1633, que también afectó otras regiones de Centroamérica. La viruela, aunque más conocida, causaba un sufrimiento comparable, pero el tabardillo fue responsable de un número mayor de muertes, especialmente entre los indígenas y otras poblaciones vulnerables. La epidemia de tabardillo y su secuela, el hambre, causaron un gran sufrimiento en la región, generando un escenario de desesperación y muerte. La producción de alimentos se vio gravemente afectada, lo que llevó a la escasez y el racionamiento. La epidemia tuvo impacto en todos los sectores de la población, indígenas, esclavos, sacerdotes y miembros de la nobleza cayeron víctimas de la enfermedad.
A medida que la epidemia se extendía, el colapso demográfico fue notable, con estimaciones que indican que la población indígena se redujo drásticamente en los años siguientes. En medio de esta crisis, se establecieron hospitales y se dictaron cátedras de medicina en un intento por enfrentar las consecuencias de la peste. La epidemia de 1633 marcó un punto de inflexión en la historia del Nuevo Reino de Granada.
El ancestro olvidado de Aguazuque, la verdadera historia de la sífilis
Doctor Cristian Vallejo Romo. Médico de la Universidad Tecnológica de Pereira, miembro de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina. Amante de la arqueología, médico e historiador.
Según Mary Ellen Snodgrass los arqueólogos han encontrado restos óseos de 1.500.000 años con periostitis en el África en Homo erectus correspondientes a treponematosis y de 500.000 años excavados en Venosa, (Italia), sugiriendo la presencia de estas enfermedades en el África y Europa mucho antes de la entrada del hombre en América.
En Colombia en el municipio de Soacha Cundinamarca, en la Hacienda Aguazuque, el profesor Gonzalo Correal Urrego y sus colaboradores reportaron la evidencia arqueológica de sífilis más antigua del mundo en cazadores y recolectores precerámicos de 7000 años de antigüedad; en cráneos y huesos largos y dientes con lesiones sifilíticas. Otros investigadores han descrito posteriormente lesiones esqueléticas sifilíticas precolombinas en otras zonas y épocas posteriores a los hallazgos de Aguazuque.
El 28 de noviembre de 2023 fue presentado a la comunidad científica mundial en el Auditorio del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Colombia (ICANH) el estudio paleogenómico más antiguo de sífilis reportado en la literatura de 7000 años de antigüedad procedente de Aguazuque. Trabajo comandado por el arqueólogo colombiano Miguel Delgado y la bioarqueóloga estadounidense Jane Buikstra. El genoma sifilítico ancestral de Aguazuque, se encuentra estrechamente relacionado con el genoma ancestral de la treponema del conejo, lo cual podría ayudar a la teoría evolutiva donde la enfermedad treponémica surgió de una infección zoonótica que ocurrió en el continente africano y asiático alrededor de 20.000 AP. Del Viejo mundo también hay descripción de hallazgos sifilíticos previos al descubrimiento de América. En China 2637 años a.C. se recomendaba el mercurio para el mal venéreo, probablemente la sífilis.
En la actualidad, las estadísticas revelan un aumento preocupante de casos de sífilis, especialmente en mujeres en edad reproductiva. Un estudio realizado en Colombia entre 1995 y 2015 indicaba que 1 de cada 100 colombianos tenía sífilis, lo que subraya la necesidad de un enfoque integral para la prevención y tratamiento. La sífilis ha existido desde tiempos prehispánicos en Colombia y su aumento en la era moderna es el resultado de condiciones sociales y de salud pública, exacerbadas por el colonialismo.
::::::::::::::::::::
Intervenciones en:
SIMPOSIO: EL CONTAGIO DE DOS MUNDOS: INFECCIONES PRECOLOMBINAS Y TRAÍDAS DEL VIEJO MUNDO
Resumen autores y Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina