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¿Qué pasa realmente en un organismo sometido constantemente al ruido? El otorrinolaringólogo y otólogo, Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina, doctor Augusto Peñaranda Sanjuán, explica que las 30.000 células ciliadas que se ubican en la cóclea, dentro del oído interno, vibran como respuesta a los sonidos. Cuando el ruido es intenso se produce una vasoconstricción, los vasos se contraen y hay menos circulación de sangre y oxígeno, hay un aumento del glutamato y se pueden producir lesiones mecánicas del Órgano de Corti (que transforma las vibraciones de las ondas sonoras en señales eléctricas). Todo esto desemboca en un estrés oxidativo que produce inflamación, apoptosis o muerte celular y en situaciones extremas pérdida auditiva.
El remedio para esto es evitar al máximo la exposición a ruidos fuertes. Medicamentos como los esteroides, usados para combatir la inflamación, sólo pueden usarse en situaciones particulares y por períodos cortos. Actualmente se prueban varios fármacos que puedan actuar como antioxidantes para combatir la apoptosis, algunos con mejores resultados que otros. Un flavonoide natural derivado de la avena (avenanthramide) ha sido probado con resultados positivos en la reducción del número de células ciliadas dañadas por el ruido.
Pruebas en ratones con terapia génica (un tratamiento experimental que modifica los genes de las células para tratar o prevenir enfermedades), se están llevando a cabo pero aún con resultados inciertos. Estudios hechos con células madre pluripotentes (células que pueden transformarse en distintos tipos de tejidos u órganos del cuerpo) han mostrado crecimiento de las células dañadas y un posicionamiento adecuado de las mismas, podría ser una solución a futuro.
La fonoaudióloga y profesora asociada del Departamento de Comunicación Humana de la Universidad Nacional, doctora María Fernanda Lara Díaz, señala que el ruido interfiere en nuestras vidas de muchas maneras. Hay ruido ambiental, ruido social, ruido doméstico, ruido ocupacional y laboral y el recreativo vinculado a espectáculos, conciertos y fiestas.
La lógica económica muchas veces se impone sobre el bien común. El ruido recreativo, especialmente el generado por niveles de exposición continua superiores a los 85 decibeles, puede causar daños significativos en la audición, afectando las células sensoriales del oído interno. Esta pérdida auditiva puede ser temporal en sus primeras etapas, pero con el tiempo puede volverse permanente y progresiva. Además de los problemas auditivos, el ruido tiene impactos negativos en la salud cardiovascular, el estrés, el sueño, la memoria y las capacidades cognitivas, lo que afecta la calidad de vida. La pérdida auditiva oculta, un fenómeno donde las personas no se dan cuenta de la disminución de su capacidad auditiva, puede desencadenar serios problemas en la comunicación, como la dificultad para discriminar sonidos en entornos ruidosos.
El ruido constante interrumpe la concentración y el aprendizaje. especialmente en niños y adolescentes. Se necesitan estrategias para reducir el impacto del ruido, como una mejor planificación urbana, uso de tecnologías para reducir la contaminación sonora, creación de zonas de silencio e implementación de políticas públicas que promuevan un diseño acústico adecuado en espacios educativos y laborales, afirma la doctora Lara.
¿Cómo afecta el sueño el ruido? El psiquiatra y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina, doctor Franklin Escobar Córdoba, explica que la calidad del sueño está vinculada principalmente a dos aspectos: la cantidad de tiempo que dormimos y la satisfacción con el sueño, que debe cumplir con nuestras necesidades físicas y psicológicas. Factores como la facilidad para conciliar el sueño, la frecuencia de despertares nocturnos, la sensación de descanso al despertar y la capacidad de estar alerta durante el día son determinantes. La calidad del sueño influye en la salud física y mental, siendo crucial para la recuperación física, la consolidación de la memoria, el funcionamiento cognitivo y la regulación del sistema inmunológico. En cambio, una mala calidad del sueño puede agravar problemas mentales como la depresión, la ansiedad, y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y alteraciones inmunológicas.
El ruido ambiental afecta negativamente la calidad del sueño, especialmente al interferir con el sueño REM (movimiento ocular rápido), fase en la que ocurre la actividad onírica y se consolidan la memoria y las emociones. La exposición al ruido puede desincronizar los ritmos circadianos, afectando la duración y consistencia del sueño. Además, el ruido constante o inesperado activa el sistema nervioso central, dificultando el inicio del sueño y provocando microdespertares que fragmentan el ciclo de sueño. Esto genera una reducción del sueño profundo, lo que a su vez interfiere con la arquitectura del sueño y altera el ritmo circadiano, afectando la salud general de las personas.
Aunque naturalmente con la edad se afecta el ritmo circadiano, el ruido ambiental durante el sueño está asociado con un aumento de los niveles de alerta, un aumento en los microdespertares, la activación del sistema nervioso y la alteración del ritmo circadiano. Dos estudios en los que participó el doctor Escobar, con la Secretaría de Salud de Bogotá, mostraron que los residentes cercanos al Aeropuerto El Dorado y a una vía de alto tráfico, como es la Avenida Calle 13, presentaron una mayor prevalencia de trastornos del sueño y somnolencia diurna excesiva, en comparación con la población circundante no expuesta directamente al ruido.
A nivel cardiovascular, el Internista, Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina, doctor Hugo Fajardo Rodríguez, sostiene que el ruido ambiental, especialmente en áreas urbanas, se ha asociado con efectos negativos en el sistema cardiovascular. La exposición prolongada al ruido ha demostrado aumentar la presión arterial, la frecuencia cardíaca y alterar el funcionamiento del corazón, lo que puede llevar a enfermedades como la hipertensión, el infarto y la mortalidad prematura.
El concepto de “exposoma” (el conjunto de exposiciones a las que una persona está expuesta a lo largo de su vida) describe cómo factores internos y externos, como el ruido, la dieta y la actividad física, contribuyen a la aparición de enfermedades. Aunque es complejo aislar el impacto del ruido debido a la interacción con otros factores de riesgo, la evidencia científica está demostrando que la exposición al ruido, especialmente por encima de los 55 decibelios, puede generar efectos perjudiciales crónicos, especialmente en el corazón y el cerebro.
El ruido también afecta la salud mental. El psiquiatra, profesor de la Universidad Nacional y Miembro de Número de la Academia, doctor Álvaro Rodríguez Gama, sostiene que el ruido hace ya parte de nuestra vida cotidiana. Sólo en Bogotá hay más de 2 millones de carros y casi un millón de motocicletas. El ruido de camiones, ambulancias, sirenas, aviones, música, hacen parte del diario vivir, y tal vez por esto el uso de audífonos se ha vuelto habitual, provocando una especie de aislamiento social que incrementa las situaciones de riesgo, especialmente en la calle y espacios públicos donde requerimos atención plena. Además, el volumen al que se usan también se ha convertido en un factor de pérdida auditiva.
El ruido constante activa el sistema nervioso simpático, con lo que aumentan los niveles de cortisol (hormona del estrés). Lo anterior puede conducir a estados de ansiedad crónica, especialmente en entornos urbanos con altas dosis de contaminación acústica, tornando a la gente cada vez más irritable y afectando las relaciones interpersonales.
En el otro lado del espectro, el silencio puede ser un espacio de reflexión, meditación y descanso pero paradójicamente cada vez es más frecuente que los psiquiatras deban atender pacientes agobiados por el silencio de la soledad, en un mundo donde aumenta año tras año el número de personas que viven solas y sin un círculo social presente, generando situaciones de ansiedad, depresión y aislamiento social.
La filósofa Cristina Viana Medina, docente de la Universidad Libre, disertó sobre cómo el concepto de multitasking, aclamado en la sociedad contemporánea como un avance, en realidad representa un retroceso para la capacidad de pensamiento profundo y crítico del ser humano. En la “sociedad del rendimiento”, las personas nos convertimos en nuestros propios esclavos, siempre buscando maximizar el provecho de nuestras acciones. Las redes sociales, que se constituyen en una especie de “ruido metafórico”, contribuyen a este empobrecimiento del pensamiento al fomentar un pensamiento dicotómico y superficial, que se aleja de la contemplación reflexiva.
Para Viana Medina si hay espacio para el silencio beneficioso. Necesitamos silencio para la introspección y la contemplación profunda. Para conocernos a fondo y alcanzar un entendimiento más profundo de nuestra relación con los demás y con el mundo, es necesario crear espacios de silencio, tal como lo proponían filósofos como Buda y Sócrates. Este silencio, lejos de ser un vacío incubado por la soledad, debe ser un medio para la autocomprensión, la empatía y una reflexión ética más profunda.
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Intervenciones en: DÍA MUNDIAL DE LA AUDICIÓN Y EL CUIDADO DEL OÍDO 2025
Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina