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Por Alfredo Jácome Roca
En 1949, durante un desayuno en el Hospital Columbia-Presbyterian de Nueva York, un estudiante en rotación por anestesiología mencionó la necesidad de un sistema de evaluación para recién nacidos. Virginia Apgar, anestesióloga presente, respondió rápidamente con una propuesta escrita en un trozo de papel que se convertiría en el famoso “puntaje Apgar”. Ese mismo día, Apgar probó su método en el servicio de obstetricia. En 1952, presentó su trabajo en un congreso internacional de anestesiología.
Las experiencias médicas tempranas de Virginia Apgar (1909-1974) fueron moldeadas por la muerte prematura de su hermano y las visitas frecuentes al médico por enfermedades infantiles como el eczema crónico de otro hermano. En 1929, se trasladó a Nueva York y se inscribió en el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, superando desafíos significativos debido a la Gran Depresión que había comenzado poco después de su llegada. Apgar se graduó en 1933, siendo la cuarta de su clase.
Obtuvo un codiciado internado quirúrgico en el Columbia-Presbyterian bajo la dirección del eminente cirujano Alan Whipple. Sin embargo, Whipple la desalentó de continuar en cirugía debido a las dificultades económicas y la competencia extrema en Nueva York. Apgar, endeudada y sin recursos, permaneció en la ciudad trabajando con enfermeras anestesistas, reconocidas por su habilidad técnica y dedicación en una época de anestesia deficiente. Whipple la alentó a explorar la anestesiología, un campo emergente que consideraba crucial para el avance de la cirugía y donde creía que las mujeres tenían habilidades especiales. Apgar siguió su consejo y obtuvo una posición en el Departamento de Anestesiología de la Universidad de Wisconsin en Madison.
En 1938 fue nombrada Directora de la División de Anestesia en su “Alma Mater” de Columbia, donde continuaría como anestesista adscrita. Durante la guerra, muchos especialistas en anestesia debieron partir para asistir a los cirujanos militares, así que la carga de trabajo clínico aumentó para ella. Optó por la anestesia obstétrica en una época donde el riesgo de broncoaspiración era alto en cesáreas debido a la administración de ciclopropano por máscara, ya que la intubación aún no era un procedimiento rutinario.
La Dra. Apgar comenzó la investigación de su método, dedicando tres años al proyecto que culminó en la presentación de sus hallazgos en 1952 en el Vigésimo Séptimo Congreso Anual de Anestesistas en Virginia Beach. Un año después, publicó su famoso artículo “Una propuesta para un nuevo método de valoración del recién nacido” en la revista “Investigaciones Actuales en Anestesia y Analgesia”.
Este artículo, basado en 2096 nacimientos en el Hospital Sloane, se centró en evaluar la vitalidad de los recién nacidos sin contar con un grupo control ideal, lo cual habría sido requerido para publicaciones en el siglo XXI. Apgar utilizó historias anestésicas del 84% de los casos (1760 nacimientos), destacando la importancia de futuras investigaciones en resucitación neonatal, especialmente con grupos de control específicos como los nacimientos naturales y los realizados con bloqueos pudendos.
Este método efectivo y fácil de valorar un recién nacido, al minuto (como fue inicialmente propuesto por la doctora Apgar) y a los cinco minutos, se basa en puntajes que van de 0 a 2 para cada uno de los parámetros de frecuencia cardiaca, respiraciones, tono muscular, color de la piel y reflejos. En forma resumida:
- Frecuencia Cardiaca. Ausente (0), < 100 (1), > 100 (2).
- Respiraciones. Ausentes (0), lentas e irregulares (1), llanto fuerte y bueno –seguramente en aquellos cincuentas, después de la tradicional nalgada (2).
- Tono Muscular. Flácido (0), alguna flexión de brazos y piernas(1), movimientos activos (2).
- Color. Completamente azul o pálido (0), azul en manos y pies, pero rosado en el cuerpo (1), completamente rosado (2).
- Reflejos. Ausentes (0), mueca (1), mueca y tos (ya en las posteriores épocas del succionador “Gomco”, inducida por este) o estornudo (2).
Fácilmente comprobó lo que parece obvio: que con un puntaje bajo (<3), el pronóstico de supervivencia es malo, y con un puntaje alto (>7), el pronóstico es bueno, según lo observado en su serie de casos. Un puntaje de 7 o menos sugiere que el bebé pudiese haber experimentado dificultades durante el trabajo de parto o en el nacimiento mismo, lo que pudiera haber causado hipoxia, aunque esto no es siempre cierto, ya que hay recién nacidos que tardan en reaccionar de manera normal. De ahí que sea importante la valoración a los cinco minutos
La relación entre los puntajes y el tipo de parto favoreció los partos por vía vaginal, espontáneos o con fórceps bajos, con presentación cefálica; se incluyeron 843 casos y la calificación promedio fue de 8.4. La cesárea (141 pacientes), el parto que requirió la utilización de fórceps medianos y la presentación de pelvis tuvieron puntajes promedios entre 6.7 y 6.9; un puntaje algo más bajo, 6.3, se asignó en promedio a los 4 nacimientos de pelvis con versión.
En 1959, la doctora Apgar se fue a Johns Hopkins a aprender más de estadística, y obtuvo un máster en ciencias. Posteriormente se retiró de la anestesiología y se posesionó como directora de la división de malformaciones congénitas de la Fundación Nacional, anteriormente conocida como “La Marcha de las Monedas”. Allí estuvo hasta su muerte por cáncer en 1974.
En 1964 se demostró que el puntaje Apgar, particularmente el realizado a los cinco minutos, es un predictor de supervivencia neonatal y de desarrollo neurológico; este fue un estudio en el que participaron doce instituciones y en el que se valoraron 17.221 recién nacidos.
Virginia Apgar fue una mujer de variados intereses y habilidades. No solamente sabía tocar instrumentos de cuerda, sino que aprendió a fabricarlos, fabricó con sus propias manos un violín, un mezzo-violín, un “cello” y un violón. Le encantaba pescar, trabajar en el jardín y coleccionar estampillas-
En octubre 24 de 1994, el Servicio Postal de los Estados Unidos sacó una estampilla de 20 centavos en su honor y el 14 de octubre de 1995, la Dra. Apgar ingresó al Salón Femenino de la Fama habiendo recibido previamente un premio de la Sociedad Americana de Anestesia-ASA por Servicios Distinguidos. Fue la primera mujer en recibirlo, y en ocupar un cargo en la junta directiva del ASA, donde fue tesorera por cuatro años.
El Académico Alfredo Jácome Roca es MD, FACP. Internista-endocrinólogo, Miembro Honorario de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo. Miembro de número de la Academia Nacional de Medicina y miembro activo de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, Bogotá.
Editor Emérito de la Revista Medicina
Este es un resumen del artículo publicado originalmente en la Revista Medicina. Jácome Roca, A. 2003. Los cincuenta años del puntaje APGAR. Medicina. 24, 2 (ago. 2003), 118–123.
Nota-resumen. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina