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Palabras pronunciadas por el vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina Dr. Vásquez Awad, en el homenaje a la Dra. Ana Isabel Gómez, nueva rectora de la Universidad del Rosario, llevado a cabo en la Academia Nacional de Medicina de Colombia.
La llegada – después de un proceso complejo y centenario- de una mujer a la rectoría de la Universidad del Rosario, es una noticia que nos alegra a todos. El claustro, que ya completa varios siglos de vida aportando a la libertad, la independencia y el desarrollo de nuestra patria, es una de las instituciones educativas más sólidas, respetadas y prestigiosas de Colombia. Y que llegue una mujer médica es noticia que llena de regocijo a los colegas y, en particular, a la Academia Nacional de Medicina, la institución más antigua, más transparente y más prestigiosa de la Medicina de nuestro país.
En lo personal, me une a la Dra. Ana Isabel Gómez, Anita, una relación de amistad, aderezada –como debe ser- de profunda admiración y respeto. Esa relación es una extensión de la que tengo con su esposo, el médico farmacólogo Germán Valenzuela, un brillante y bondadoso colega, mi compañero de internado en aquella Fusagasugá de 1980 y uno de mis más caros amigos. Anoto –dato importante para algo que comentaré a posteriori- que Germán es egresado de la Universidad Nacional y yo de la Universidad Javeriana.
He dedicado todos los años de mi quehacer profesional y académico al conocimiento, la promoción de la salud, y la defensa de la mujer, en especial la mujer madura. Ayer, 25 de noviembre, Día mundial de la NO violencia contra la mujer, recordábamos que, en Colombia, un país donde se asesinan tres mujeres al día, es un deber ético trabajar por ellas. Y más para quienes desde la salud, estamos en la línea de vanguardia tratando de entender y resolver la epidemia de feminicidios que nos debería avergonzar.
La llegada -por primera vez en la historia- de una mujer a la rectoría de la Universidad del Rosario, y más una médica, me lleva a plantearme algunas reflexiones. Compartiré dos que motivaron esta intervención en este significativo acto.
La primera, y sin ser sexista, el hecho de ser mujer. Y no porque la ley ordena (discutida ley, en mi modesta opinión) que debe haber paridad en los cargos y las postulaciones. Independientemente del sexo de una persona, los méritos deben ser los que guíen las escogencias de líderes que encaminen a las empresas, las instituciones y la sociedad en la búsqueda del bienestar y el desarrollo. Estoy seguro que Anita no fue escogida por ser mujer sino por ser brillante. Y más en una coyuntura compleja para la universidad. Pero el hecho de ser mujer debe ser un estímulo para que más mujeres sean tenidas en cuenta para altos cargos y responsabilidades. No por paridad, sino por calidad. En La Academia Nacional de Medicina tienen asiento pocas mujeres; y no por decisión de la Academia sino porque la postulación a ser miembro es voluntaria. Sin embargo, el número se ha ido incrementando. Tenemos académicas que son ejemplo de lucidez, competencia y responsabilidad. Nombres como Helena Groot de Restrepo, Martalucía Tamayo, Martha Patricia Rodríguez, Marcela Celis y María Claudia Ortega -solo por mencionar algunos- son garantía de que la Academia está en el buen camino de renovación y promoción de nuevos liderazgos. Sea la llegada de una brillante colega a la rectoría de tan prestigiosa universidad, un estímulo para que, por un lado, las mujeres se promuevan y preparen para altos cargos y, por otro lado, las organizaciones y grupos encargados de escoger líderes tengan en cuenta las cualidades propias del ser mujer como son laboriosidad, cumplimiento, buen juicio, honradez, humanismo y organización.
Otra reflexión que me motiva a dirigirme a ustedes tiene que ver con el papel de la universidad privada. Encuentro un papel fundamental en la universidad pública. Si lo sabremos en la Academia Nacional de Medicina, cuya historia ha estado tan ligada a la Universidad Nacional. Fortalecer, estimular y proteger a la universidad pública es deber de todos y, ojalá, mantenerla alejada de intereses ajenos a la educación y la promoción de las ciencias y la cultura. Al lado de la universidad pública también debe protegerse y estimular a la Universidad privada. No se enfrentan, se complementan. Como las cuerdas de una guitarra, que cada una es independiente pero que para que la melodía resulte hermosa, deben tocarse al tiempo. Anita es egresada de universidades privadas: médica y pediatra de la Universidad del Rosario, maestra en bioética de la Universidad El Bosque y doctora en Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana. Al observar esta trayectoria académica y ver lo que ha sido la Universidad del Rosario, comprendemos la veracidad de la afirmación que hoy, ante la Academia Nacional de Medicina, estoy haciendo. Creo en la simbiosis entre la universidad pública y la privada. Ya les comenté cómo, de los compañeros de internado del Hospital San Rafael de Fusagasugá -alrededor de 15-, solo conservo una amistad estrecha con Germán, compañero de la Nacional. Creo en el trabajo en equipo, en la conjunción de voluntades para la búsqueda del bien común. Desde Jorge Tadeo Lozano y Camilo Torres, mártires de la independencia, el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario ha ofrecido a Colombia 28 presidentes de la república cumpliendo así con el sueño de ese dominico burgalés visionario llamado Fray Cristóbal de Torres. Y, así, la llegada de una persona humanista, científica y docta como la Dra. Ana Isabel Gómez, es una invitación a continuar fortaleciendo la universidad privada para que siga trabajando de la mano con la universidad pública permitiendo que nuestra amada Colombia avance por sendas de verdadero progreso y justicia.
Señores académicos, es motivo de alegría para nosotros poder tener en esta noche bogotana, aquí en nuestro viejo y noble caserón a la primera mujer rectora de la Universidad del Rosario. Una médica pediatra que enorgullece nuestra profesión al juntar en su persona las dos razones de ser de nuestra Academia: la promoción de la salud y el mejoramiento de la educación médica. Retos inmensos en una época de incertidumbre en ambos frentes.
Anita, aquí, en esta Academia, tendrá usted un apoyo permanente para que entre ambos alcancemos sendas de bienestar y conocimiento. Y, así, cumpliremos -entre todos- el sueño que usted tuvo de adolescente cuando, salida de los corredores y aulas de clase del colegio Siervas de San José, llegó a la universidad para convertirse en médica. Es usted un ejemplo para todos, hombres y mujeres de esta Colombia que, ya bien entrado el siglo XXI, busca un mejor destino, una esperanza, una razón de existir, y un horizonte de salud y bienestar para quienes habitamos este hermoso pedazo de suelo que, más que heredar de nuestros padres, entregaremos a nuestros hijos.
DAVID VASQUEZ AWAD, MD CCD FACOG
Vicepresidente Academia Nacional de Medicina. –
Intervención en: HOMENAJE A LA DRA. ANA ISABEL GÓMEZ