Visitas: 0

El último año se puede dividir en dos periodos exactamente iguales. Los seis primeros meses, corresponden a la etapa final de un tiempo agitado, donde muchas situaciones parecían ir hacia mejor. Para algunos sobraban las cosas, el dinero, los alimentos, la diversión, un tiempo quizás con excesos. Y de repente, lo que veíamos lejos, aquello de lo que nos separaba el mar si mirábamos hacia el occidente, o un mar y un continente si mirábamos hacia el oriente, aquello que pensábamos que probablemente no nos tocaría, ¡llegó y nos tocó!

Entonces empezaron estos últimos seis meses, y la tranquilidad que abundaba en algunos, desapareció para convertirse en una preocupación generalizada. Los ahorros (bendición de pocos) se han venido gastando, el dinero apenas alcanza, y es escaso para otros tantos. Qué decir del trabajo, que antes no hacía tanta falta, pero que ahora se ha visto disminuido e
incluso perdido para bastantes. La comida que a veces sobraba, ahora es apenas justa para muchos, y para otros tantos casi que ni alcanza. Lo mismo podemos decir de la salud, que, sin contar con lo causado directamente por este virus, se ha visto deteriorada, debido a que muchos pacientes con otras patologías, por cuestiones meramente administrativas o a veces por algo de temor, presentan ahora estados más avanzados, dificultando el tratamiento médico o quirúrgico, y prolongando su tiempo de recuperación.

Los sentimientos son algo común a estos dos periodos, no han variado en cantidad, pero si en calidad e intensidad, y estas últimas características no han dependido de la humanidad como un colectivo, sino que, como todo, o casi todo en la vida, han dependido de cada persona, de forma individual. La solidaridad y el compañerismo han florecido en la mayoría, y hemos compartido alimentos con el vecino del trapo rojo, hemos compartido algo de dinero con el hermano, y hasta con nuestros padres hemos compartido nuestras ausencias dolorosas e intencionadas, justo por pensar en ellos. Incluso, algunos han compartido con nosotros una impensada llamada.

Otros sentimientos no tan buenos, que quizás estaban reprimidos, han empezado a desbocarse, y no vale la pena siquiera mencionarlos. Les corresponde a los buenos, o a los que por lo menos tratamos de serlo, multiplicar las buenas acciones para opacar, aunque sea en número a las otras. Solo la historia (juez que generalmente es infalible, ¡aunque a veces no cuenta toda la verdad!) nos dirá si estos últimos seis meses, y los que están por venir, corresponderán a la parte inicial de un nuevo y buen periodo de la historia. Eso no depende de la humanidad, en gran parte depende del individuo, depende de cada uno de nosotros.

Academia Nacional de Medicina.

Loading

0 0 votes
Article Rating
Share This