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Nunca tantos debieron tanto a tan pocos.
Sir Winston Churchill (agosto 16 de 1940, batalla de Inglaterra)

 

Esta célebre frase pronunciada por “el viejo león” en plena agresión nazi, ilustra bien el tema de esta entrega de “La voz de la Academia”.

Avanza la pandemia y, aparentemente, ha llegado al “pico”, que en el caso de Colombia parece ser más una meseta (un altiplano para ser más exactos), ya que el número de contagiados y fallecidos por día se ha estabilizado en un punto preocupantemente alto.

Los costos de esta crisis que ya casi alcanza cinco meses de duración han sido muy altos. Se han perdido millones de empleos, la debacle financiera y económica en todos los campos de la estructura productiva ha sido muy acentuada y, lo peor, el costo en vidas humanas ya supera la docena de miles. Los hospitales están llenos de pacientes en cuidados intensivos y han debido adaptarse diferentes secciones de los centros de atención para atender a los infectados con el terrible virus.

Un grupo humano merece nuestra admiración y gratitud en especial: los médicos, las enfermeras y el personal de salud y de apoyo que atiende estos pacientes críticamente enfermos, algunos en el trance final de la enfermedad y de su vida. No siempre adecuadamente protegidos, no siempre bien remunerados, no siempre bien dotados de medicamentos, instrumentos e insumos, el personal de salud ha dado muestras de valentía, profesionalismo y humanidad. Esta primera línea de batalla se ha mantenido erguida, sacrificando sus familias, exponiendo su patrimonio, arriesgando su salud y, en muchas ocasiones ofrendando sus vidas. Si esta primera línea se derrumba, se cae el andamiaje de nuestro país. Pero estos gladiadores nos han demostrado que están hechos de la misma materia de los héroes y las estrellas: sangre valiente y alma de ángeles. Gratitud imperecedera a estos guerreros del siglo XXI. Les debemos todo.

Academia Nacional de Medicina

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