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Yuval Noah Harari es un historiador y escritor israelí, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Entre sus obras se encuentran Sapiens: De animales a dioses, Homo Deus: Breve historia del mañana y 21 lecciones para el siglo XXI.

A propósito de la pandemia por COVID-19 el profesor Harari ha hecho algunas reflexiones que plantean una perspectiva interesante, diferente alrededor de este momento único para la humanidad y lo que habría de venir después. Plantea el profesor Harari que actualmente la humanidad está afrontando la crisis más grande de esta generación y que las decisiones que los pueblos y los gobiernos adopten en las próximas semanas probablemente formatearán el mundo para los años por venir. Este formato no estará exclusivamente relacionado con los sistemas de salud, sino con la economía, la política y la cultura.

Sí, la tormenta pasará, comenta el profesor, la raza humana prevalecerá y la mayoría de nosotros vamos a sobrevivir, pero quizás vamos a habitar un mundo diferente. Muchas medidas para el corto plazo podrían permanecer como unaccesorio para la vida. Esa es la naturaleza de las emergencias; suelen sobrepasar los procesos históricos. Decisiones que en tiempos normales podrían tomar años de debate son adoptadas en termino de horas, tecnologías aún en desarrollo y potencialmente peligrosas son puestas en marcha porque el riesgo de no hacer nada es mayor, varios países se transforman en laboratorios de experimentos sociales a gran escala.

A manera de ejercicio el autor propone que consideremos que hipotéticamente y en los tiempos que corren, un gobierno cualquiera demanda que cada ciudadano porte un brazalete biométrico que monitoree la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca 24 horas al día. Los datos resultantes serían agrupados y analizados mediante algoritmos preestablecidos por ese gobierno, tales algoritmos podrían determinar si una persona está enferma antes de que esta persona pudiera percibir que lo está; así mismo, los algoritmos podrían definir en dónde ha estado la persona y con quién ha tenido contacto.

En los últimos años se ha librado una gran batalla alrededor de la privacidad. La crisis del coronavirus podría ser el punto de inflexión de esta batalla. Si a las personas se les da a escoger entre privacidad y salud, quizás escojan salud si están bien informados, si la información se comparte con base en hechos científicos y cuando la población confía en que sus autoridades de salud les comunicarán estos hechos científicos. Los ciudadanos harán lo correcto sin la necesidad de un “gran hermano” presente. Una población automotivada y bien informada es generalmente más empoderada y efectiva que una población ignorante bajo un yugo policivo.

Desde la óptica del autor no es demasiado tarde para reconstruir la confianza de los individuos en la ciencia, en las autoridades sanitarias y en los medios de comunicación. Para cumplir con este objetivo talvez habrá que echar mano también de nuevas tecnologías, pero tecnologías que empoderen a los ciudadanos. Así las cosas, la crisis del coronavirus se perfila como una prueba mayor de ciudadanía y civismo.

Si nos equivocamos en esta decisión, podríamos estar abriendo la puerta a tener que renunciar en el futuro a nuestras más preciadas libertades pensando que esta es la única manera de salvaguardar la salud. Se necesita urgentemente un plan global en este sentido y que defina también entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global. Si se escoge la solidaridad global probablemente será una victoria, no solamente contra el coronavirus sino contra futuras epidemias y crisis que podrían asaltar a la humanidad en el siglo XXI.

La Academia Nacional de Medicina invita a leer el artículo completo, de libre
acceso, en: https://www.ft.com/content/19d90308-6858-11ea-a3c9-1fe6fedcca75

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