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La OMS, preocupada por la magnitud del problema de salud que ocasionan las enfermedades crónicas no transmisibles en todo el mundo, así como por sus principales factores determinantes, llamados de riesgo, hizo público el 11 de octubre de este año un nuevo informe, que en esta ocasión urge a tomar acciones globales para disminuir el consumo de bebidas azucaradas, un factor contribuyente muy importante a la obesidad.
Conocedores del incremento de la obesidad en todas partes han decidido enfrentarla con todos los medios posibles, incluyendo los de índole fiscal. En la actualidad, aproximadamente un 39 % de la población mayor 18 años en el mundo tiene sobrepeso. Alarma produce saber que la prevalencia de la obesidad se ha duplicado en los últimos 35 años. Otra estimación de la OMS hace saber que unos 42 millones de niños menores de cinco años tienen sobrepeso u obesidad, viviendo las tres cuartas partes de ellos en Asia y en África. Una de las consecuencias de la epidemia de obesidad en el mundo es el incremento notable de una enfermedad grave como es la diabetes, que pasó de afectar a 108 millones de personas en 1980 a 422 millones en el 2014, siendo responsable de la muerte anual de un millón y medio de seres humanos (año 2012). Una causa muy señalada que contribuye a la obesidad, como ya se dijo, es el consumo de bebidas azucaradas, tanto las de tipo gaseosas como las preparadas sin embotellar, así como de alimentos ricos en azúcares “libres” Estas bebidas son endulzadas con azúcares libres del tipo monosacáridos (glucosa o fructosa) o bien con disacáridos (como la sucrosa o el azúcar de mesa). Su reducción implica menos calorías y por lo tanto también disminución de la obesidad. La imposición de un incremento de impuestos sobre productos que producen daño a la salud, es una medida que ha sido aplicada con éxito en el pasado, como fue el caso de los cigarrillos.
De acuerdo con el informe de la OMS titulado “Políticas fiscales para la dieta y la prevención de las enfermedades no transmisibles”, se dice que un incremento de al menos un 20 % en el precio al detalle de las bebidas azucaradas, resultaría en una disminución proporcional en el consumo de ellas. Algunos países ya han aplicado esta política como es el caso de México y Hungría, en tanto que otros como el Reino Unido, Filipinas y Sur África han anunciado que en breve lo harán igualmente. El caso de México es muy interesante por su pertenencia a nuestro ámbito latinoamericano. El sobrepeso y la obesidad en dicho país alcanza a un 71 % entre adultos y un 30 % en niños y adolescentes. En el mundo, ocupa el primer lugar en el consumo de bebidas azucaradas. No es de extrañar que la diabetes sea una de las primeras causas de muerte en la nación azteca y que la prevalencia de la misma llegue a cotas impresionantes. Desde el 2014 se impuso un impuesto a las bebidas azucaradas, que representa aproximadamente un 10 % de incremento sobre el precio y se acordó otro impuesto sobre una gran cantidad de alimentos que proporcionan energía no esencial. En este caso, el aumento sobre el precio al valor ronda el 8 %.
Un estudio llevado a cabo por el Instituto de Salud de México en colaboración con la Universidad de Carolina del Norte para evaluar el impacto de estas medidas, determinó que al principio la disminución del consumo fue de 6 % y ya para el primer año, llegaba al 12 %. De enorme valor fue conocer que la disminución era mucho mayor en las clases socioeconómicas más pobres (9 % al principio y 17 % al final del primer año).
Fuente: La Prensa Libre
El académico Alfredo Jácome Roca editorializó sobre el tema en la revista MEDICINA, con un artículo titulado IMPUESTOS QUE PREVIENEN LA ENFERMEDAD. En él, hace una corta revisión de investigaciones que revelan que tanto en el tema de las bebidas azucaradas como en la de tóxicos como el cigarrillo y el alcohol, los impuestos reducen el consumo, lo que resulta benéfico para la salud pública.