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Por Álvaro Bustos González.*
Un editorial de un diario regional encendió las alarmas: el año pasado hubo 40 suicidios en el departamento de Córdoba, y en lo que va corrido de este año ha habido 37. El número de intentos últimamente parece haber excedido los 400, una cifra verdaderamente escalofriante, y en el país el problema ha adquirido características epidémicas. Daré algunas luces, con datos escuetos, sobre esta dramática realidad, para que los encargados de las políticas públicas los tengan en cuenta.
En su trabajo de grado de Especialista en Pediatría, la doctora Ana Cristina Lozano, egresada nuestra, investigó los factores de riesgo de suicidio en niños y adolescentes que ingresaron a la urgencia del Hospital San Jerónimo entre enero de 2016 y junio de 2018. Con un diseño de caso-control, se estudiaron 120 jovencitos. Al grupo en estudio ingresaron quienes habían cometido intento de suicidio o se habían suicidado apelando a herbicidas, insecticidas o ahorcamiento. Se halló que los factores que determinaron las dos condiciones fueron el consumo de sustancias ilícitas y de alcohol, y los conflictos intrafamiliares. La escolaridad obró como un factor protector de los riesgos: a mayor escolaridad, menos tentativas.
En otro estudio, realizado por docentes del programa de Psicología de la Universidad del Sinú en Montería, encabezados por el doctor Stefano Vinaccia, se inquirió la relación entre los niveles de autoestima, resiliencia, ideación suicida y riesgo de suicidio en 59 jóvenes indígenas zenúes del departamento de Córdoba, encontrándose que bajos niveles de autoestima y de resiliencia se asocian directamente con la idea suicida y el daño autoinfligido.
Preocupados por esta situación, en el programa de Psicología, dirigido por la doctora Gloria Orduz, se organizó un diplomado sobre intervención en crisis y prevención de la conducta suicida, cuyo objetivo es la identificación del riesgo de suicidio, su prevención y manejo. Sus peculiaridades y requisitos se pueden ver en la página web de la universidad, y está dirigido a profesionales de la salud y de las ciencias sociales, investigadores judiciales, miembros de la policía, funcionarios de la administración pública y estudiantes de cualquier carrera que tengan un interés particular en el tema.
No se me escapa que a raíz de la pandemia y sus devastadoras consecuencias económicas y sociales, los desajustes psicoemocionales se han incrementado, y que la hambruna derivada del desempleo es un terreno abonado para la depresión y la pérdida de las expectativas de vida. Por eso debemos cooperar entre todos, la comunidad, los agentes gubernamentales y la universidad. Aquí estamos a la disposición.
*Decano, FCS, Unisinú -EBZ-.