Todo comenzó hace cinco años: el sociólogo barranquillero Carlos Mesa Collante se sometió a una cirugía de próstata, durante la cual perdió mucha sangre y su cerebro sufrió una desoxigenación. A esa conclusión llegó el reconocido neurocirujano Jaime Fandiño, un ángel de la medicina, para explicar porqué su cerebro se fue llenando de agua ocasionándole una hidrocefalia que le produjo incapacidad para caminar e incluso para hablar. Fueron meses y meses que Carlos pasó de médico en médico, de estudios en estudios, buscando la causa de su padecimiento.

Cuando descubrieron que tenía agua en el cerebro (hidrocéfalo) le preguntó a un neurocirujano amigo, y éste le dijo que en su caso no necesitaba la válvula de Hakim, sino tratamiento. Debido a su incapacidad, su esposa Leonor Renowitzky tuvo que quitar la mesa de centro de su apartamento y colocar pasamanos en la sala para facilitarle su comunicación de un lado para otro, porque vivía tropezándose y en muchas ocasiones se caía. Hace un mes un amigo les contó de la existencia en Cartagena de la Fundación FIRE Colombia, dirigida por el doctor Fandiño y hasta allá fueron los esposos Mesa Renowitzky esperanzados en que Carlos volviera a ser el hombre jocoso y alegre, que nació y creció en el Barrio Abajo y después vivió en el Recreo, donde también se hizo notar por su jovialidad.

Carlos vivió 20 años en Londres donde ayudó en más de veinte mil casos de latinoamericanos porque él era asesor social. Allá creó la ONG Proyecto Latinoamericano para la tercera edad, que beneficiaba a personas latinas mayores de 55 años. Y la dejó funcionando. Al llegar a la consulta se encontraron con un ser excepcional nacido en Guasca, Cundinamarca, que llegó hace más de cincuenta años a Cartagena para emprender una loable labor en pro de los enfermos de epilepsia con la Fundación Fire Colombia, el doctor Jaime Fandiño. También conocieron a Mónika Cabrera Girado, otro ángel que vive en Barranquilla y trabaja en pro de la misma organización social. “Ella fue fundamental para todo, fue un enlace”, dice Leonor. La consulta es de bajo costo porque es una fundación, sin ánimo de lucro. Apenas vio sus estudios, el doctor dijo que era un candidato para la válvula de Hakim y programó su cirugía para dos días después. (Es de anotar que el académico Fandiño fue residente de neurocirugía del también fallecido académico Salomón Hakim Dow, en el Hospital Militar Central de Bogotá, en épocas del desarrollo de la válvula en los años sesenta).

El día ‘D’ llegó con ansiedad para la pareja. Se prepararon con mucha fe y la cirugía duró una hora y media. Todo pareció tan fácil. La hospitalización y la amabilidad del equipo que trabaja con el doctor. Después de la cirugía este hombre solidario, lleno de calor humano, volvió a ser el mismo que Leonor conoció: que le pone ‘pereque’ a todo el mundo, con sentido del humor. Camina, no se agita, baila y come de todo. Una vez le cortaron los puntos, una nueva vida le espera con alegría. ¿Volverá al Club de los Veteranos a jugar fútbol con su grupo de amigos? Todavía no lo sabe. ¡Amanecerá y veremos! Carlos y Leonor no se cansan de alabar la tarea del doctor Fandiño y del hospital con sus zonas verdes y su humedal, que le dan paz espiritual a los visitantes. Quedaron maravillados con sus ochenta años tan bien llevados y con sus manos prodigiosas: no le tiemblan para operar ni para colocar una válvula que recorre parte del cráneo, pasa por el pecho y termina en el estómago. Carlos levanta su camiseta para mostrar dónde reposa el catéter interno. “Por ahí pasa el agua del cerebro y no sé por dónde se elimina”, dice jocosamente. Estos años de viacrucis fueron suficientes para afianzar el  amor entre ellos. Carlos dice amarla cada día más por su dedicación a él y ella lo mira amorosamente y agrega: “fue una tarea de mutuo amor”. Además de cuidarlo le tocaba informarle a los tres hijos que tiene en Londres sobre cómo evolucionaba su enfermedad.

Esta historia continúa, llena de fe, amor y esperanza porque próximamente se abrirá FIRE en Barranquilla, como una forma de agradecimiento por haberle devuelto a Carlos la alegría de vivir. Viva la vida!!!