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Sesión a cargo de la Comisión de Ética de la Academia Nacional de Medicina, con la coordinación del Académico Herman Redondo Gómez, sobre un tema sensible que despierta preocupación teniendo en cuenta que Colombia es uno de los pocos países en el mundo que mantiene esta práctica en algunas comunidades indígenas. 

El vicepresidente de la Academia, Dr. David Vásquez Awad, especialista en ginecología y obstetricia, se refirió a las consecuencias anatómicas y fisiológicas de la ablación genital femenina (AGF). Un procedimiento que implica la extirpación total o parcial de los órganos genitales femeninos con fines no médicos, practicado generalmente antes de los 15 años, incluso en bebés recién nacidas, un claro ejemplo de violación de los derechos fundamentales de niñas y mujeres.

Existen diferentes tipos de ablación; sólo del prepucio, del prepucio y el clítoris total o  parcialmente, del clítoris y parte o la totalidad del labio menor, y la ablación total de los labios menores, con los labios mayores cosidos, cubriendo la uretra y la vagina, con un pequeño orificio para la orina y el líquido menstrual.

Más de 230 millones de mujeres y niñas, -vivas actualmente-, han sufrido mutilación genital femenina, especialmente en 30 países ubicados en África, el Oriente Medio y Asia. Se estima que tratar las complicaciones de salud ocasionados por esta práctica, cuesta a los sistemas de salud unos 1.400 millones de dólares al año. En Colombia, existen reportes en los últimos 20 años que dan cuenta de un fallecimiento en una bebé recién nacida y otros tantos casos de hospitalización por infección en la comunidad Embera Chamí, concentrada en los departamentos de Caldas, Risaralda, Valle del Cauca y Antioquia principalmente. En 2023, al menos 90 niñas fueron mutiladas en Colombia. 

Las complicaciones inmediatas al procedimiento incluyen: dolor intenso, hemorragia, inflamación de los tejidos genitales, fiebre, infecciones, problemas urinarios, problemas de cicatrización, lesiones en los tejidos genitales vecinos, estado de choque e incluso la muerte. A largo plazo las complicaciones incluyen problemas urinarios, problemas vaginales, tejido y queloide cicatriciales, problemas sexuales, mayor riesgo de complicaciones en el parto, nuevas intervenciones quirúrgicas y trastornos psicológicos como depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y baja autoestima.

No existe ningún beneficio en términos de salud y si muchos daños. Aunque es una práctica condenada en todo el mundo y se han hecho propuestas en Colombia para su extinción, aún no está abolida y ello depende de un trabajo conjunto con las comunidades indígenas que aún la practican. 

La Doctora Clemencia Mayorga Ramírez, presidenta del Colegio Médico de Cundinamarca y Bogotá, se refirió a la práctica desde la perspectiva de los derechos fundamentales. Independientemente de las razones culturales, religiosas o sociales que esgrimen quienes la ejercen, no existe ninguna justificación médica para ello. 

Hasta mediados del siglo XX se mantuvo como una práctica común en varias sociedades, producto de sus costumbres y tradiciones, pero en la medida en que la Declaración Universal de los Derechos Humanos se hizo más relevante, la preocupación por esta conducta también. 

En las últimas décadas, organismos como la OMS, la ONU y ONGs han hecho pronunciamientos relacionados con los derechos de mujeres y niñas y en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se establece en el punto 5, un compromiso para eliminar todas las formas de violencia contra mujeres y niñas, incluidas prácticas como la AGF.

La AGF es una forma de control sobre la sexualidad femenina, control reproductivo y control del deseo sexual, buscando “moldear” su comportamiento para el matrimonio. Irónicamente ha sido una práctica ejercida principalmente por mujeres, pero cada vez con mayores detractores, incluso en países donde era una práctica muy común hasta hace algunas décadas. Mujeres y hombres han tomado conciencia de los daños causados y en países de África y Oriente Medio cada vez son más quienes se oponen. La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) formulada en 1989, que los convirtió en sujetos de derechos independientemente de las decisiones de sus padres, también ha contribuido a visibilizar y combatir este problema.

La doctora Mayorga recomienda que debe existir una formación en el personal de la salud para abordar la situación de forma integral, incluido el apoyo psicosocial y el trabajo en comunidad para la prevención.

El doctor Andrés Salcedo, médico y asesor de la Representante a la Cámara Jennifer Pedraza, presentó el Proyecto de Ley N°239 de 2024, -acumulado del Proyecto de Ley N°018-, “por medio de la cual se dictan medidas para prevenir, atender y erradicar la ablación o mutilación genital femenina en todo el territorio nacional donde se realice esta práctica, se garantizan los derechos humanos de las niñas y mujeres indígenas de la gran nación Emberá y se dictan otras disposiciones”. 

Utilizando medios pedagógicos se pretende transmitir a las comunidades la necesidad de erradicar dicha práctica. El Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas (UNFPA) realizó un trabajo en Burkina Faso creando un esquema de recolección de información multinivel con todas las dependencias que estarían involucradas en el proceso de prevención y erradicación, iniciando a nivel local con las comunidades hasta llegar al manejo gubernamental nacional. El PL-239 pretende replicar esta iniciativa con la creación de un Comité Nacional para la Erradicación de la Mutilación Genital Femenina. 

El PL-239 tiene un enfoque que se aleja de lo punitivo y busca crear una política pública para la prevención, atención y erradicación de la ablación genital femenina, que incluya un protocolo de atención en el Sistema de Salud con un sistema de información integrado,  canales de atención prioritarios, capacitación a los profesionales de la salud  y un seguimiento y vigilancia de los casos. 

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Intervenciones en: ABLACIÓN GENITAL FEMENINA

Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina

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