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Sesión académica de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina para el ingreso del Dr. Álvaro Javier Idrovo Velandia, médico de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Higiene y Salud ocupacional, PhD en Ciencias de la Salud Pública – Epidemiología. Profesor de la Universidad Industrial de Santander e investigador.
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En lo profundo de la Cordillera Central de Colombia, en el municipio de Aranzazu, Caldas, se encuentra una historia silenciosa que ha marcado la vida de sus habitantes. Esta región, conocida por su belleza natural y rica tradición cultural, fue testigo de una intensa actividad minera centrada en la extracción de mercurio, que dejó una huella indeleble en su pasado. La mina “Nueva Esperanza”, que comenzó su actividad alrededor de 1948, atrajo a numerosos mineros y sus familias en busca de un futuro mejor. Sin embargo, esta ilusión de prosperidad ocultó graves consecuencias para la salud de quienes trabajaron en la mina.
A diferencia de otros yacimientos en el mundo, en Aranzazu se encontró más mercurio nativo que cinabrio, lo que facilitó la extracción del metal. Un veterano de la Segunda Guerra Mundial, que vio una mina similar en Italia, decidió arrendar la mina en Aranzazu, logrando buenos resultados económicos, pero a un alto costo para la salud de los trabajadores. Los síntomas de la enfermedad por mercurio comenzaron a aparecer rápidamente entre los mineros. La atención médica era escasa, y muchos trabajadores requerían inyecciones diarias para tratar sus síntomas. El Dr. Hernando Marín Maya, médico de la mina, documentó la aparición de hidrargirismo agudo (envenenamiento por exposición al mercurio o a sus diferentes compuestos) entre los trabajadores, lo que incluía síntomas como gingivitis, temblores, inflamación en fosas nasales, boca, esófago, estómago, intestino delgado, grueso, laceraciones, diarrea y deshidratación extrema.
El Dr. Marín Maya, se documentó con experiencias de otras regiones del mundo y se convirtió en pionero de la toxicología ocupacional, identificó la importancia de la prevención antes que el tratamiento. Sus esfuerzos ayudaron a reducir la tasa de intoxicación en trabajadores mineros de un 95% a un 5%. Implementó el uso de medicamentos como el BAL, dimercaprol y la penicilamina entre los trabajadores de la mina, marcando el inicio de la toxicología moderna en el país. Este enfoque preventivo ha sido crucial en la gestión de la salud de los trabajadores expuestos al mercurio.
El Dr. Federico Siva, neurólogo del Hospital Internacional de Colombia señala que en una intoxicación por mercurio, el paciente adulto puede presentar cefalea, irritabilidad, alteración en el campo visual, alteraciones en la coordinación motora-temblor, disartria (dificultad en la dicción), alteración de la conciencia, convulsiones y la muerte. La falta de preparación del personal de salud puede complicar la identificación de estos síntomas y confundirse con otras patologías.
Investigaciones recientes encabezadas por el Dr. Idrovo Velandia, han indicado que, aunque la población de Aranzazu no muestra actualmente niveles elevados de mercurio en pruebas hechas con el cabello, el subsuelo sigue manteniendo el mercurio porque la falla geológica está allí presente y es posible que si se reactiva la actividad minera, podría llevar nuevamente a las problemáticas que ya se vivieron. Entre 1948 y 1975, la mina operó y se registraron múltiples casos de hidrargirismo, haciendo de este evento uno de los mayores desastres de salud ocupacional en la historia de Colombia.
El mercurio, un elemento singular en la historia humana, ha sido objeto de interés tanto por sus propiedades físicas como por su impacto en la salud. La historia de la toxicología en Colombia, aunque poco conocida, ha tenido episodios significativos, como la intoxicación de Chiquinquirá en 1967, al menos 78 personas, en su mayoría niños, murieron y alrededor de 800 resultaron intoxicadas tras ingerir pan contaminado con Folidol, un potente y tóxico plaguicida. Ese mismo año, se inauguró la primera clínica especializada en Bogotá del Dr. Uribe Cualla y en 1970, la Universidad Industrial de Santander dictó la primera cátedra de pregrado en toxicología.
Hay enfermedades ligadas al mercurio como el hidrargirismo, la enfermedad de Minamata y la acrodinia infantil. En Colombia, existen diversas regiones con yacimientos de cinabrio, que incluyen mercurio en bajas proporciones, especialmente en Caldas.
La investigación en el área ha revelado que, a lo largo de la historia, la exposición al mercurio en Colombia fue limitada en períodos prehispánicos ya que al parecer no usaban mercurio para extraer oro o plata. Sin embargo, la llegada de técnicas mineras europeas, como el método de patio, exacerbó los problemas de intoxicación al permitir una mayor liberación de mercurio durante la extracción. El método de patio, desarrollado en el siglo XVI, implicaba triturar la roca, añadir mercurio y otros químicos, y luego pisotear la mezcla para recuperar el metal precioso.
El oro en Colombia ha tenido un impacto significativo en la historia y la economía del país. Se puede dividir su desarrollo en cuatro fases. La primera, de 1538 a 1630, estuvo centrada en la Cordillera Occidental. Durante la segunda fase, entre 1630 y 1820, la minería se expandió a Antioquia y Chocó, donde las reformas borbónicas introdujeron el uso del mercurio para mejorar la eficiencia en la extracción de oro. La tercera fase, de 1820 a 1980, fue marcada por avances tecnológicos y la contratación de ingenieros y geólogos. A pesar de estas mejoras, la minería artesanal siguió siendo predominante. Desde 1980, se ha observado una creciente internacionalización de la minería, especialmente a partir de 2010, cuando las empresas mineras internacionales comenzaron a invertir en el oro colombiano.
A lo largo de estos periodos, la investigación sobre el mercurio ha sido extensa, enfocándose en su presencia en animales, suelos y aguas. Aunque ha habido menos estudios sobre sus efectos en humanos, se han documentado aumentos en las concentraciones de mercurio a lo largo de los siglos. Es importante reconocer que su toxicidad depende de varios factores bioquímicos en condiciones específicas.
Todos, en alguna medida, tenemos algún nivel de mercurio en el organismo, lo importante es determinar cuándo afecta la salud humana. El mercurio ha sido históricamente asociado con la minería de oro, y los informes recientes indican que las intoxicaciones ocupacionales son comunes, especialmente entre mineros en regiones como Antioquia, Chocó y Bolívar. La capacidad de los laboratorios para reportar casos también influye en la cantidad de datos disponibles sobre la exposición al mercurio.
El primer caso documentado de intoxicación por mercurio en Colombia ocurrió en 1852, se identificó a través de un examen toxicológico, la causa de muerte de dos mujeres que habían sido tratadas con compuestos que contenían arsénico y cloruro de mercurio. Ya en el siglo XX se exploraron diversas enfermedades asociadas con la exposición al mercurio, como la hidrocefalia y el pénfigo foliáceo (trastorno ampolloso autoinmunitario que produce erosiones cutáneas), en zonas con altas concentraciones de mercurio en el aire. También, en el ámbito dental, la controversia sobre el uso del mercurio en amalgamas fue recurrente.
Se ha descubierto que la presencia de selenio en ciertas regiones de Colombia podría ofrecer cierta protección contra la toxicidad del mercurio. Sin embargo, el cambio climático podría afectar esta dinámica, lo que plantea preocupaciones sobre el futuro de la salud ambiental en el país.
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Intervención completa del Dr. Idrovo en:
SCHM – APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LAS INTOXICACIONES CON MERCURIO EN COLOMBIA
Resumen. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina.