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Conferencia de la Académica Marta Patricia Rodríguez Sánchez, médico cirujano de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas, especialista en medicina interna y especialista en nefrología de la misma universidad. Magíster en bioética de la Universidad Internacional Valenciana y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina. 

La atención primaria compete a todos los médicos y en el caso de masas renales es fundamental ya que a menudo se presentan como incidentalomas en estudios no relacionados con el riñón. La capacidad de los profesionales de salud para realizar un diagnóstico y tratamiento adecuados depende de su formación inicial. Muchas veces, estas lesiones renales son descubiertas sin una búsqueda intencionada, lo que puede complicar el seguimiento y manejo de los pacientes.

Evaluar la función renal es vital, especialmente en pacientes que ya presentan lesiones complejas y que requieren tratamientos que derivarán en una disminución de la masa nefronal generando un impacto en su condición y en su calidad de vida. Además, muchos pacientes llegan tarde a la consulta, lo que retrasa el tratamiento y la derivación a especialistas.

El Dr. Morton A. Bosniak, quien en 1986 describió un sistema de clasificación para estas lesiones, -Clasificación Bosniak- actualizó en 2019 su modelo para mejorar la identificación y gestión de las masas renales. Esta clasificación ayuda a resolver la incertidumbre sobre quién debe seguir el caso: el nefrólogo, el urólogo o el médico de atención primaria.

Se pueden identificar características importantes de las lesiones, como la presencia de microcalcificaciones en los tipos tres y cuatro. Los médicos de atención primaria deben estar capacitados para remitir a los pacientes a estudios de imagen precisos, como ecografías o tomografías, para un diagnóstico adecuado.

No todas las masas renales son iguales, y es esencial discernir cuáles requieren atención urgente para evitar la progresión de la enfermedad. A pesar de la falta de registros precisos sobre masas renales, se sabe que el 100% de los tumores detectados a tiempo son curables. Los tumores más agresivos, especialmente los de tipo cuatro, requieren atención prioritaria. Es fundamental tener en cuenta que muchos pacientes pueden ser asintomáticos durante largos períodos, lo que complica aún más su diagnóstico y tratamiento oportuno.

La clave es la importancia del diagnóstico temprano y la colaboración entre médicos de atención primaria, urólogos y nefrólogos. Una adecuada interpretación de los estudios de imagen ya sea por resonancia magnética o tomografía, es vital para determinar los pasos a seguir, incluidos los procedimientos invasivos como la biopsia renal, la ablación térmica o la intervención quirúrgica.

La biopsia renal es una herramienta crucial que permite tomar decisiones quirúrgicas más rápidas, especialmente en lesiones que pueden progresar rápidamente. Sin embargo, a menudo hay incertidumbre sobre la posibilidad de malignidad en estas lesiones. Cuando existe sospecha, realizar una biopsia es preferible para evitar la duda diagnóstica. El riesgo de malignidad se incrementa en pacientes con antecedentes de tabaquismo, obesidad y factores genéticos.

La estadificación de la masa y el compromiso de la función renal que requiera algún abordaje previo determinará el manejo de estudios avanzados como la tomografía o la resonancia que requieren uso de medios de contraste. Actualmente, se recomienda no realizar medidas de nefroprotección previas al estudio, centrándose más bien en los parámetros clínicos y cuáles son las condiciones de riesgo del paciente.

El uso de medios de contraste no es una contraindicación absoluta en pacientes con algún antecedente, aunque el aumento de creatinina puede aumentar el riesgo de deterioro renal. Es vital asegurar una adecuada atención arterial y evitar la deshidratación para minimizar el riesgo de daño renal a largo plazo. También identificar características específicas de las masas, como la presencia de grasa, que puede indicar un mayor riesgo de progresión.

La función renal debe ser evaluada mediante la determinación de la tasa de filtración glomerular, utilizando fórmulas como la CKD-EPI, y complementándose con uroanálisis, análisis de creatinina, bioquímica, sedimento urinario, entre otros estudios. 

La ecografía renal, incluso si ya se dispone de una tomografía, es fundamental para evaluar aspectos que pueden no ser evidentes en otros estudios, como la asimetría renal o el compromiso cortical y medular. La biopsia renal no es necesaria en todos los casos; el médico debe conocer las indicaciones precisas y evitar realizarla en lesiones infecciosas o inflamatorias.

La incidencia de cáncer renal es baja, pero el tipo más común, el carcinoma de células claras, representa alrededor del 80% de los casos. La clasificación de las lesiones tumorales es esencial para tomar decisiones sobre el tratamiento, de acuerdo con el tamaño del riñón, a la presencia o no de otras lesiones o calcificaciones y a la ubicación del tumor que puede afectar estructuras renales importantes.

Se debe remitir al paciente al urólogo o nefrólogo cuando hay sospechas de malignidad, con quistes tipo III y IV en la Clasificación de Bosniak, cuando hay alteraciones significativas en la función renal o cuando hay sospecha por antecedentes familiares con enfermedades tumorales renales. La detección temprana es crucial, ya que el cáncer renal a menudo es una enfermedad silenciosa que requiere intervención rápida.

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Intervención de la Dra. Rodríguez en: 

MASAS RENALES EN EL PRIMER NIVEL DE ATENCIÓN

Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina

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