Visitas: 1

Por Remberto Burgos

El cerebro, con esa propiedad suya de plasticidad, se va moldeando y adaptando a las nuevas tendencias. Da pie al cerebro digital, que muy probablemente será el nuevo paso en la evolución. Sin embargo, hay tendencia a la desescalada tecnológica y queremos volver y enseñar sobre la importancia del papel y el bolígrafo. Una partida de cartas en una sociedad tecnodependiente y de imagen resulta sorprendente. Es quizá la filosofía de una escuela en Barcelona, en donde sus principios pedagógicos son que los  alumnos aprenden con el esfuerzo. Qué tal, redactar si nunca escribían. Este ejemplo se ha contagiado y ya existen varios países —con fondos incluidos— para disminuir la tecnología e incluso muchas asociaciones de padres de familia piden que los móviles no se les permitan ingresar a clases.

El cerebro nuevo es una realidad, pertenece a los “nativos digitales” del siglo XXI y es un fenómeno que debemos seguir. Se ha descrito la digitalización excesiva y la tendencia hacia la impulsividad. Por ejemplo, las redes sociales son descargas de dopamina y responsables de que nuestro afecto se comporte como la montaña rusa. El afecto de los adolescentes pegados a redes sociales se mueve con la cantidad de “likes” que reciben. Son sensibles a la aceptación y al rechazo.

La tecnología influye en el cerebro de los adolescentes y el descenso del coeficiente intelectual es uno de los grandes hallazgos. Va en contra de quienes ven las pantallas razonar en tres dimensiones o la rapidez en la solución de conflictos. Hay metaanálisis y técnicas de imagen que han mostrado pérdida en la capacidad lingüística y déficit de atención (Hong Kong). Pero encontraron también mejoría en la capacidad ejecutiva (interesante controversia). Tres hechos anotamos en esta investigación: impacto en la corteza prefrontal (responde por nuestro comportamiento y control de los impulsos). Los efectos sobre el surco intraparietal (coordinación motora y atención-memoria visual) y las redes neuronales en la corteza cerebral. Otros autores hablan del sistema límbico y en especial de la amígdala, que genera los estados emocionales.

De Felipe, conocido por sus trabajos de microanatomía, se apoya en la neuroplasticidad y afirma que las neuronas no cambian. Lo que se modifica y sin dinámica son las sinapsis, formando nuevos recorridos. Es la corteza cerebral el centro de operaciones de estos ajustes. El cerebro cambia con la tecnología porque se adapta constantemente y modifica sus mensajes. Los trabajos sobre la sobreposición a las pantallas y el efecto que producen dan la falsa sensación de lo que leen y cómo lo integran a su cultura. Insisten en desconectar los móviles y con resultados sorprendentes: el 91% mejoró su capacidad de atención, además de bienestar y mejoría de la salud mental. Lo exitoso fue el resultado en las capacidades cognitivas con aumento de la creatividad y de la memoria.

Estamos cambiando y los vamos a hacer, pues el cerebro se va actualizando. Inventamos el fuego, diseñamos herramientas y nos inventamos la religión: frutos de creatividad. Nos acercamos hacia el cerebro y este, curiosamente, se aleja cada vez más. Cada vez que sepamos más de él, más lejano lo sentimos. 

Debemos ser conscientes de su evolución secundaria a los estímulos y la tecnología, pero no se nos debe olvidar que estos cambios tomarán mucho tiempo, en donde la ciencia y disciplina, apoyada en la IA, nos lo mostrará en 200.000 años.

En esta fotografía con truco tridimensional veo el cerebro expuesto. Como el mar y sus ondulaciones, reconozco el neocórtex responsable de nuestro juicio y análisis en la corteza prefrontal. Abro los surcos y aparece el interparietal que empuja, separando el área motora. Con el encéfalo abierto hay una estructura grande en el fondo: el sistema límbico. Un lucero en el lado basal pendiente de las emociones: la amígdala del lóbulo temporal y arriba el estriado que nos anticipa recompensas. Luego viene la dialéctica de la formación: el papel o los sistemas para enriquecer estas estructuras. No puedo elegir una: 6 de cada 10 adolescentes usan videojuegos —no aptos para su edad—, el 98.5% está registrado en una red social y el 57.5% lleva el móvil a clases.

Fuente: El Heraldo


Dr. Remberto Burgos de la Espriella

El Académico Dr. Remberto Burgos es médico neurocirujano, miembro de la Academia Nacional de Medicina. Miembro Honorario de la Academia de Cartagena. Presidente honorario de la Federación Latinoamericana de Neurocirugía. Expresidente de la Asociación Colombiana de Neurocirugía.

Especialista en Gobierno y Asuntos Públicos

Loading

0 0 votes
Article Rating
LAS OPINIONES EXPRESADAS POR LOS AUTORES SON PERSONALES, SU RESPONSABILIDAD, Y NO COMPROMETEN LA INDEPENDENCIA DE LA ACADEMIA O REFLEJAN SUS POLITICAS.
Share This