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Por: Fernando Ruiz

 

¿Por qué a tantos no nos termina de gustar esta reforma reivindicada tercamente por el gobierno? Gremios, pacientes, sociedades científicas, académicos, hasta dirigentes sindicales han expresado muy serios reparos al proyecto. Incluso 90.000 colombianos que hasta ahora han firmado la solicitud de retiro al ministro de salud, liderada por el Pacto por el Sistema de Salud. Estoy seguro que no se trata de un asunto ideológico, la pluralidad de quienes han manifestado su inconformidad es evidente. Tampoco son movimientos de defensores de las EPS. Muchos de quienes estamos en contra no hemos recibido en la vida un peso de dichas organizaciones, a ningún título, ni siquiera laboral o por prestación de ningún servicio. Que quede eso claro.

A muchos de quienes hemos trabajado en el sector nos parece una reforma profundamente regresiva. Un viaje al pasado. La propuesta de reforma se sustenta sólo en la necesidad de destruir lo que existe. No plantea realmente un sistema de salud viable ni proyectado al futuro. No parte de los desarrollos actuales en la salud ni en la tecnología médica. Tampoco es viable financieramente.

Iniciemos por el perfil epidemiológico de los colombianos, ¿de qué nos enfermamos?. Más del 90% carga de enfermedad en Colombia proviene de cuatro grupos de condiciones: Enfermedades cardiovasculares y riesgos asociados –diabetes, hipertensión, obesidad-, diferentes tipos de cáncer, enfermedad mental y demencia, trauma –violencia y accidentes-. http://ihmeuw.org/5z91

Ya tenemos más de 8 millones de pacientes crónicos, que requieren tratamiento permanente; es difícil que la carga de violencia disminuya. Todos estos pacientes van a seguir requiriendo tratamientos de alto costo. Los Centros de Atención Primaria propuestos por la reforma no representan una alternativa viable para su manejo. Los médicos generales colombianos ya no son formados con las competencias para tratar condiciones crónicas como reumáticas y endocrinas. Irremediablemente atestarán las redes de servicios, redes desfinanciadas en la reforma.

The Economist publicó un artículo muy ilustrativo sobre la crisis del sistema inglés, un sistema público basado en la atención primaria y médicos generalistas: “los ingleses se sienten más orgullosos de su sistema de salud que de la monarquía. Pero ahora que cumple 75 años, nadie celebra, la lista de espera para tratamientos hospitalarios es de 7 meses, muchos deben esperar meses, incluso años para un tratamiento,…,un récord de 2.5 millones de ingleses no están trabajando porque están enfermos”. Siempre se dirá que es mejor prevenir que tratar. Pero la crisis del sistema inglés –también de los sistemas públicos español, portugués e italiano- ejemplifican la crisis de la prevención basada exclusivamente en la atención comunitaria territorializada. Allí es donde nos quiere conducir la reforma.

El mundo médico ha cambiado en las últimas dos décadas. El envejecimiento de la población presiona demasiado a los sistemas de salud y las únicas herramientas que realmente funcionan, para reducir la carga de enfermedad, están asociadas a la tecnología. Hasta la OMS ha abierto la Salud Digital como el campo del futuro en el conocimiento médico. Asociar las tecnologías de la información y comunicaciones, con la genómica y otras áreas de la biología, representa la posibilidad de hacer detección generalizada, prevención, tratamientos personalizados de precisión y seguimiento predictivo de pacientes. Todo esto es posible hacerlo donde están los datos, que no están en los primeros niveles, ni se recogen con equipos itinerantes. Están en los grandes centros de diagnóstico. Para utilizarlos son necesarios los avances recientes de la salud digital: ´big data´, internet de las cosas, seguimiento con dispositivos inteligentes, telemedicina y laboratorios de genómica-proteinómica.

Ese es el camino en que Colombia ha sido pionero. No muchos colombianos lo perciben, pero el país es líder en la implantación de rutas estandarizadas de atención, seguimiento de grupos –cohortes de pacientes- según enfermedad, gestión de la enfermedad y gestión del riesgo. Eso es posible gracias al aseguramiento individual que hacen las EPS y a los programas que hoy cubren millones de pacientes.

Esas capacidades y esos programas irremediablemente se perderán porque no es posible gestionar el riesgo en salud, sin manejar riesgo financiero de las personas, ni hacer la selección y contratación de los prestadores de servicios. El resultado será una crisis más profunda que la que atraviesan los sistemas públicos europeos. No contamos siquiera con un tercio del presupuesto por paciente que cuentan dichos países. Por esto y mucho más esta reforma debe caerse en su trámite restante.


Fernando Ruiz Gómez-Ministro de Salud

El Dr. Fernando Ruiz Torres es médico egresado de la Universidad Javeriana y doctor en salud pública del Instituto Nacional de Salud Pública de México.

Ex-ministro de Salud y Protección Social. Miembro Honorario de la Academia Nacional de Medicina.

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