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Charla del Académico Carlos Eduardo López Valderrama. Médico especialista en Cirugía Plástica de la Universidad Nacional de Colombia. Grado de Honor – UNAL, Premio al Mejor Interno de Colombia- ASCOFAME, con múltiples distinciones y reconocimientos.
Hablar de la salud mental de los médicos es distinto a hablar de la salud en los médicos. El Académico Carlos López Valderrama abordó el tema de la depresión en los médicos, particularmente en el contexto de la cirugía plástica, especialidad en la que trabaja. Los cirujanos plásticos también enfrentan desafíos relacionados con la salud mental, dado que algunos pacientes con trastornos mentales buscan la cirugía estética, creyendo que esto mejorará su bienestar psicológico.
En la práctica de la cirugía plástica, se observa que entre el 7% y el 14% de los pacientes presentan alteraciones mentales como trastornos obsesivo-compulsivos, depresión, abuso de sustancias y trastorno dismórfico corporal. Estos trastornos pueden complicar el manejo postoperatorio, por lo que es crucial que los cirujanos plásticos aprendan a identificarlos y abordarlos adecuadamente.
El trastorno dismórfico corporal, donde los pacientes están obsesionados con defectos percibidos en su apariencia, es un ejemplo de cómo la salud mental se cruza con la cirugía plástica. Ejemplos notables incluyen a personas que se someten a múltiples cirugías en un intento desesperado por alcanzar un ideal de belleza, a menudo sin resultados satisfactorios.
El síndrome de Pigmalión, basado en el mito griego del escultor enamorado de su obra, sugiere que la forma en que percibimos nuestra apariencia puede influir en nuestra autoestima y desempeño. En cirugía plástica, esto también se relaciona con el concepto de “psicocibernética,” que sostiene que mejorar la apariencia física puede mejorar el rendimiento en el trabajo generando una recompensa laboral.
Históricamente, la depresión y otras enfermedades mentales han sido abordadas de diversas maneras, desde el reposo en la antigüedad, la melancolía de Hipócrates relacionada con los humores corporales, hasta el exorcismo en la Edad Media. En el Renacimiento, Leonardo da Vinci exploró la anatomía del cerebro, identificando el sistema ventricular cerebral, como clave en el procesamiento de los sentidos y la memoria, y afirmaba que el tercer ventrículo era el sitio de encuentro de todos los sentidos donde reposaba el alma.
Durante el siglo XIX, la revolución en el tratamiento de enfermedades mentales incluyó el uso de electricidad. El Dr. Ugo Cerletti desarrolló la terapia electroconvulsiva, inicialmente observando el uso de electricidad en cerdos antes de aplicarla a pacientes humanos, una práctica controversial sin mucho trasfondo bioético, ejecutada inicialmente en un prisionero y que se convirtió en un tratamiento “popular” a inicios del siglo XX para tratar algunos trastornos mentales y que evidentemente ha evolucionado desde entonces.
La depresión es una enfermedad compleja y crónica. La teoría inflamatoria actual sugiere que, en la depresión, el cerebro experimenta una inflamación similar a una infección. La investigación reciente también explora cómo neurotransmisores como la serotonina y el glutamato están involucrados en la depresión. La disfunción en la regulación de estos neurotransmisores puede llevar a síntomas depresivos y ansiedad, subrayando la complejidad biológica de la enfermedad.
La analogía con la inflamación en el cerebro destaca la importancia de tratamientos que apunten a reducir esta inflamación, como el reposo, la terapia y ciertos medicamentos. A nivel natural el ejercicio, la dieta, la meditación y los probióticos pueden contribuir también al tratamiento.
Además de los procedimientos convencionales, hay avances en la terapia para la depresión, como la estimulación magnética transcraneana, la estimulación del nervio vago con neuromoduladores, la estimulación cerebral profunda con neurocirugía funcional y el uso controlado de ketamina. Estas opciones ofrecen nuevas posibilidades para el manejo de la depresión, que puede llegar a causar un dolor intenso y debilitante.
Un tratamiento adecuado, permite llevar una vida laboralmente activa, aprender de la enfermedad y ser consciente de sus posibles recurrencias.
En la práctica médica, los médicos enfrentan un alto riesgo de depresión, con una tasa de suicidio significativamente mayor en residentes de medicina. Esto subraya la necesidad de una mayor conciencia y apoyo para la salud mental entre los profesionales de la salud.
Es crucial que los médicos reconozcan la importancia de buscar ayuda para la depresión y evitar el estigma asociado con la enfermedad, estar atentos a las señales de depresión y ofrecer apoyo tangible, en lugar de comentarios que minimicen o invaliden la experiencia del afectado.
Qué hacer: No dejar solo, escuchar, orientar para que reciba el tratamiento adecuado, mostrar empatía y compasión.
Que no hacer: Lanzar frases que sugieran que es un problema menor o que exagera como, todo depende de usted, todo está en la mente, usted lo tiene todo, porqué se deprime, no lo mencione en el trabajo, etc.
La pandemia de COVID-19 puso de relieve la gravedad de la depresión, con un aumento en los suicidios relacionados con la salud mental. Este evento destaca la necesidad urgente de abordar la salud mental con la misma seriedad que las enfermedades físicas.
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La intervención del Dr. Carlos Eduardo López en: LA SALUD DE LOS MÉDICOS
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Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina