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Por Pablo Rosselli-Cock.
Según el mito griego, Leandro cruzaba a nado el Helesponto (Estrecho de los Dardanelos) todas las noches para visitar a Hero, su amor prohibido. Se guiaba por la lumbre que ella encendía para orientar sus nocturnos trayectos sin luna y luego de amarse hasta la locura retornaba exhausto antes de rayar el alba. En una de esas, mientras ella dormía en espera de su amante nadador, el viento apagó el candil y Leandro perdió el rumbo ahogándose en el turbulento mar. Al día siguiente, al ver su cuerpo sin vida en la playa, Hero, sacerdotisa de Afrodita que vivía en una torre, se quitó la vida arrojándose a las aguas junto al cadáver de su amado.
Quizás Leandro no sabía que en sus frías y húmedas andanzas en medio del oleaje pondría a prueba los músculos de los pies a la cabeza y vencería la resistencia del agua, ocho veces mayor que la del aire. Gracias a su perseverancia natatoria, su buena condición física y motivado por las mieles del amor de Hero, Leandro muchas veces, después de dar rienda suelta a sus pasiones, tuvo energía de sobra para regresar a casa. Varios siglos después, en 1810, la hazaña atlética del joven amante fue emulada por Lord Byron, el poeta, un consumado nadador que recorrió en una hora y diez minutos ese mismo trayecto entre los pueblos de Abido y Sesto.
La natación es, sin duda, el rey de los deportes aeróbicos por sus inigualables propiedades. En ella se incrementa la capacidad cardiopulmonar, se mejora la postura corporal y es además muy gentil con las articulaciones que no se ven sometidas al impacto repetitivo de otros deportes terrestres; esta última característica hace que sea ideal para personas con sobrepeso, lumbago y otras dolencias articulares. La respiración durante la natación es diferente a la de otras disciplinas, y es muy parecida a la del yoga y la meditación. La inspiración es corta, mientras que la espiración es larga, convirtiéndose en un ejercicio que disminuye el estrés y da paz al espíritu. Adicionalmente, porque se practica en posición horizontal, facilita el trabajo del corazón que no se ve obligado a bombear la sangre en contra de la gravedad, al tiempo que la presión hidrostática del agua sobre todo el cuerpo mejora el retorno sanguíneo venoso.
Por fortuna, el final trágico de Leandro es inusual cuando se nada en aguas abiertas o en espacios cerrados en condiciones seguras. La natación es de los pocos deportes aptos para personas con diversos tipos de discapacidad sin importar la edad, y es ideal para la rehabilitación de algunas enfermedades y cirugías. Vale la pena resaltar que el ahogamiento es una de las principales causas de muerte accidental en los niños, por lo tanto saber nadar es un seguro de vida. A mis amigos deportistas que se la pasan lesionados por otras prácticas les digo que tarde o temprano terminarán en la piscina. ¿Por qué no hacerlo más temprano que tarde?
Columna de opinión El meridiano de Córdoba. 4/09/2021
El Dr. Pablo Rosselli Cock es Médico cirujano, ortopedista y traumatólogo, Pontificia Universidad Javeriana. Fellow en investigación en Ortopedia Infantil, Dupont Hospital for Children, Wilmington, Delaware, Estados Unidos y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina