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Por Fernando Sánchez Torres.
Se celebró el Día del Médico (en diciembre), encuentro propicio recordar un trágico acontecimiento ocurrido meses atrás y que conmocionó a los medios y a la sociedad toda. Me refiero al lamentable fallecimiento de la joven médica Catalina Gutiérrez, relacionándolo con el maltrato que al parecer recibía en su condición de residente de la especialidad en cirugía en una importante facultad de medicina de Bogotá.
A raíz de este hecho, la Academia Nacional de Medicina consideró oportuno ventilar el tema con participación de representantes de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina y de la Asociación Colombiana de Hospitales. En efecto, el 30 de agosto realizó un foro bajo el título ‘Formación médica sin comportamientos disruptivos. Un compromiso de todos’.
El término “comportamiento disruptivo” fue objeto de cuestionamiento. Se aceptó interpretándolo como “falta de respeto hacia quienes se forman profesionalmente en instituciones hospitalarias”. La discusión tuvo como sustento el resultado de una encuesta adelantada a estudiantes internos y residentes de diferentes ciudades del país. Fue muy variado el tipo de agresiones que salieron a flote: verbales, físicas, sexuales en distintas modalidades, trato humillante o degradante, desconsideración laboral (sobrecarga de trabajo), inequidad en la docencia. Como consecuencia del maltrato recibido, no fue rara la aparición de manifestaciones depresivas: insomnio, estrés, rechazo a la institución, baja autoestima, intención de desertar, y hasta de suicidio.
Comparada la frecuencia observada de estos síntomas con lo que ocurre en otros países de la región, Colombia está a la cabeza. Los agresores fueron casi siempre miembros del cuerpo docente y algunas veces compañeros de formación. La prepotencia, la superioridad con que suelen investirse algunos profesores, conduce a los comportamientos disruptivos. Dado que los maltratados guardan silencio por temor a represalias, los maltratadores no adquieren conciencia de los perjuicios que ocasionan.
Evidenciada la existencia de comportamientos disruptivos en el transcurso de la formación médica se encontró pertinente adelantar una cruzada, con el concurso de todos, para alcanzar la meta de “cero maltratos”. La estrategia acordada se fundamenta en la cultura del respeto hacia el otro, teniendo en cuenta que tanto pacientes como estudiantes son acreedores a un trato digno. La dignidad es el valor que hace de la persona un ser respetable.
El maltrato durante la etapa de formación médica, sobre todo relacionado con los aspectos laborales, es un asunto que pocos países no lo padecen. Algunos escritores médicos lo citan cuando relatan sus experiencias a su paso por los hospitales docentes. Por ejemplo, el libro Esto te va a doler: historias disparatadas de un médico residente, cuando apareció (2017) fue considerado un fenómeno editorial en el Reino Unido por sus valientes críticas al sistema de salud británico. Su autor, el inglés Adam Kay, en el introito se dirige a sus colegas en los siguientes términos: “Bienvenidos al estimulante trabajo de médico, 97 horas a la semana y disponibilidad los 365 días del año. Bienvenido a un tsunami de fluidos corporales compensado por unos ingresos económicos inferiores a los de un parquímetro. Di adiós a tus relaciones familiares, amorosas y amistades. Bienvenido a tu vida como médico residente”. Por su parte, el norteamericano Atul Gawande, reconocido escritor y profesor de cirugía de la Facultad de Medicina de Harvard, en su libro Complicaciones: confesiones de un cirujano sobre una ciencia imperfecta resalta la importancia que tiene el médico residente y muestra la parte oscura de la formación médica y del ejercicio profesional. “La residencia –dice– es una experiencia dura y, en medio de todo el papeleo, los avisos por el buscapersonas y la falta de sueño, puedes olvidar que lo que haces importa”.
Es cierto, la condición de interno y de residente apareja sacrificios que son compensados con el cúmulo de conocimientos que tiene la oportunidad de adquirir. Desaparecido el factor maltrato, la formación médica no tendría recuerdos amargos.
Fuente: El Tiempo
![Dr. Fernando Sánchez Torres](https://anmdecolombia.org.co/wp-content/uploads/2022/01/Dr.-Fernando-Sánchez-Torres.jpg)
El Académico Dr. Fernando Sánchez Torres es doctor en medicina y cirugía, con especialización en ginecobstetricia.
Ha sido rector de la Universidad Nacional de Colombia, Presidente de la Academia Nacional de Medicina y presidente del Tribunal Nacional de Ética Médica.