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Académico Horacio Giraldo Estrada, especialista en medicina interna y en neumología de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.

El diagnóstico de insomnio requiere más que solo dificultades para dormir; debe combinarse con problemas diurnos significativos como fatiga, irritabilidad, problemas de atención, somnolencia diurna, trastornos de memoria. Estos síntomas deben persistir durante más de tres meses y ocurrir varias veces a la semana para clasificar el insomnio como crónico. Es importante diferenciar entre un mal sueño ocasional y un insomnio clínico que afecta la funcionalidad diaria.

Históricamente, antes de la invención de la luz eléctrica, las personas dormían aproximadamente 9 a 10 horas en dos períodos, despertándose durante la noche en un período de vigilia de una a dos horas antes de volver a dormir. Este patrón de sueño era común y no se consideraba patológico. En contraste, hoy en día, la mayoría de las personas duerme de 7 a 8 horas por noche -o menos-, lo que representa una reducción significativa de sueño comparado con épocas anteriores.

Las fases del sueño se dividen en sueño ligero, sueño profundo y REM, que alternan en ciclos a lo largo de la noche. Despertarse brevemente durante la noche es normal y no necesariamente indica un problema. El sueño profundo ocurre principalmente en la primera parte de la noche, mientras que el sueño REM es más frecuente hacia la mañana.

La melatonina, una hormona que regula el sueño y el ritmo circadiano, juega un papel crucial en estos ciclos. Sus niveles son bajos durante el día y aumentan hacia la noche para inducir el sueño. La producción de melatonina varía con la edad, siendo más alta en la niñez y juventud y disminuyendo con los años, lo que puede explicar la menor necesidad de sueño en las personas mayores.

El ritmo circadiano también se ve afectado por factores individuales. Algunas personas tienen una fase de sueño adelantada, durmiendo y despertándose temprano, mientras que otras tienen una fase atrasada, durmiendo y despertándose más tarde. Estos patrones pueden ser normales y no necesariamente indican un trastorno.

El ciclo menstrual también puede afectar la calidad del sueño en las mujeres, especialmente durante los primeros días del periodo y los días previos a la menstruación, debido a cambios hormonales que pueden mejorar o empeorar el sueño.

Diversos factores pueden afectar el sueño, como ansiedad, estrés, malos hábitos de sueño y condiciones ambientales. Además, problemas como el reflujo, el síndrome de piernas inquietas, la apnea del sueño, ansiedad, dolores agudos, pueden interferir significativamente con el descanso.

El tratamiento del insomnio suele comenzar con terapia cognitivo-conductual, que se centra en la higiene del sueño y la modificación de comportamientos. La medicación se considera solo si es necesario y por un período corto debido al riesgo de dependencia y tolerancia. La melatonina puede ser útil para mayores de 50 años con bajos niveles de producción, pero su uso debe limitarse a cuatro semanas.

El hipersomnio, o somnolencia diurna excesiva, se define por una necesidad irreprimible de dormir durante el día y puede ser causada por trastornos como la narcolepsia (somnolencia extrema), el hipersomnio idiopático (somnolencia y dificultad para despertar del sueño) o el síndrome de Kleine-Levin (síndrome de la bella durmiente), y se puede evaluar con escalas que miden la probabilidad de quedarse dormido en diferentes situaciones cotidianas. Estos trastornos pueden ser difíciles de tratar y el tratamiento suele incluir medicamentos como el modafinil o el oxibato.

Los avances en tecnología, como los dispositivos de monitoreo del sueño (relojes inteligentes, anillos y sensores), ofrecen una alternativa a la polisomnografía para rastrear patrones de sueño y calidad del sueño. Estos dispositivos pueden proporcionar información valiosa sobre el sueño, aunque su precisión varía.

El futuro de la medicina en apnea del sueño con estos nuevos sistemas permitirá hacer estudios domiciliarios por períodos de tiempo más largos y la posibilidad de ajustar tratamientos en tiempo real, mejorando la adherencia y la eficacia, aunque seguramente aún enfrentarán barreras técnicas y culturales por el desconocimiento o la desconfianza.

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La intervención del Dr. Giraldo en

 SOMNOLENCIA DIURNA EXCESIVA E INSOMNIO. MALES EN LOS TIEMPOS ACTUALES

Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina

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