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Sesión de estudios del Instituto Colombiano de Estudios Bioéticos – ICEB. Conferencia a cargo de la Dra. Sonia Celis Conde. Especialista en medicina interna de la Universidad Industrial de Santander. Supra especialista en nefrología de la Universidad Militar Nueva Granada.
El trasplante renal y sus aspectos éticos son temas fundamentales en la medicina moderna, e implican una compleja interacción entre avances científicos, decisiones médicas, y consideraciones sociales. El proceso de trasplante comenzó en las primeras décadas del siglo XX. Alexis Carrel realizó un trasplante renal en animales, utilizando un perro como donante. Aunque este primer intento no tuvo éxito, fue clave para introducir la anastomosis vascular, una técnica que aún se utiliza en la cirugía moderna. En esos primeros intentos no se comprendía adecuadamente la inmunidad y el rechazo del injerto, conceptos que serían esenciales en el desarrollo posterior del trasplante renal.
Los avances en trasplantes renales continuaron con la experimentación en animales y en humanos. En 1933, Yurii Voronoy realizó el primer trasplante renal en humanos con un donante cadavérico, pero el procedimiento fue limitado, por incompatibilidad del grupo sanguíneo y un tiempo prolongado de isquemia. Ya en 1954, Joseph Murray dirigió un equipo de cirujanos que lograron realizar con éxito el primer trasplante renal entre gemelos homocigóticos, lo que permitió la supervivencia del injerto sin necesidad de inmunosupresores. Murray ganó el Premio Nobel de Medicina en 1990 y marcó un hito en la cirugía de trasplantes.
En la segunda mitad del siglo XX, se mejoraron las estrategias para manejar el rechazo, con el uso de esteroides, anticuerpos monoclonales y otros medicamentos inmunosupresores. Estos avances, junto con el entendimiento del sistema HLA (Human Leukocyte Antigen), o antígenos leucocitarios humanos, – un conjunto de proteínas que se encuentran en la superficie de la mayoría de las células del cuerpo y que ayudan al sistema inmunitario a diferenciar entre lo propio y lo extraño- transformaron el trasplante renal.
A pesar de los avances, no todos los pacientes tienen el mismo acceso a la opción de trasplante. La disponibilidad de donantes, las diferencias en los sistemas de salud, y los costos asociados son barreras significativas. Los donantes vivos se han convertido en una opción importante para evitar las largas listas de espera. En este contexto, la donación de órganos debe ser un acto altruista, regulado y sin fines de lucro. El consentimiento informado es esencial, el paciente y el donante deben conocer los beneficios y riesgos, los donantes deben ser evaluados adecuadamente para garantizar que no haya riesgos para su salud. Además, el bienestar psicológico y emocional del donante también debe ser considerado antes de proceder con la nefrectomía. El trasplante es la mejor opción en pacientes con enfermedad renal crónica, en estadio 4 y 5 frente a terapias dialíticas.
La bioética establece cuatro pilares fundamentales: la autonomía, la beneficencia, la no maleficencia y la justicia. Principios que deben guiar también las decisiones en el proceso de trasplante, asegurando que todos los pacientes, independientemente de su origen o nivel socioeconómico, tengan igual acceso a la atención y al procedimiento.
En Colombia, la lista de espera para trasplantes ha crecido anualmente entre un 20 y un 25%. Los donantes cadavéricos son un recurso limitado, por lo que es crucial seleccionar a los receptores de manera óptima para garantizar una mayor probabilidad de éxito postoperatorio. Los criterios para la selección de donantes cadavéricos incluyen factores como el tiempo en lista de espera, la compatibilidad sanguínea y las condiciones clínicas del receptor. Aunque el país ha avanzado en la gestión de la lista de espera, los tiempos varían considerablemente, con un promedio de 797 días. El trasplante renal es el procedimiento más frecuente en Colombia, actualmente hay 3678 pacientes en lista de espera. Los riesgos para los donantes vivos son bajos, especialmente con las técnicas quirúrgicas modernas, como la nefrectomía laparoscópica, y el índice de complicación a largo plazo también es muy bajo. Siempre se realiza una evaluación exhaustiva de las condiciones médicas y psicológicas del donante antes de la cirugía.
La Declaración de Aguas Calientes (2011) establece que cada país debe contar con una legislación clara y basada en principios éticos para la donación, asignación y seguimiento de los trasplantes. Además, debe existir una lista de espera nacional para cada tipo de órgano, y un sistema de monitoreo para garantizar la transparencia en todo el proceso.
El tema de la comercialización de órganos es otro asunto crucial en la ética de los trasplantes. La Declaración de Estambul, adoptada en 2008, establece principios clave para evitar la comercialización de órganos y promover la donación altruista. Esta declaración insta a los gobiernos a implementar políticas para proteger a los donantes y a los receptores, y asegura que los trasplantes se realicen bajo principios de justicia y equidad, evitando cualquier tipo de lucro. “Todos los residentes de un país deben tener acceso equitativo a los servicios de donación y trasplante y a los órganos provenientes de donantes fallecidos”.
El control postrasplante es fundamental para asegurar el éxito a largo plazo de los trasplantes renales. La adherencia al tratamiento es crucial para evitar el rechazo del injerto. En este sentido, el uso de tecnología y aplicaciones de monitoreo ha demostrado ser efectivo para mejorar la adherencia y los resultados clínicos de los pacientes trasplantados. La educación continua, el seguimiento adecuado y la intervención temprana en caso de complicaciones pueden reducir los costos del sistema de salud. El trasplante renal mejora significativamente la vida de los pacientes trasplantados que reciben el mejor regalo posible, la vida.
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Intervención de la Dra. Celis en:
TRASPLANTE RENAL Y CONSIDERACIONES ÉTICAS
Resumen. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina