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El Académico Dr. Álvaro Franco Zuluaga, especialista en psiquiatría, reconoce que es importante diferenciar las emociones de los sentimientos. Las emociones son momentáneas y tienen diferentes niveles de intensidad, mientras que los sentimientos implican la combinación de varias emociones básicas, son más complejos y se prolongan más en el tiempo. 

Estos sentimientos pueden ser positivos o negativos, y la soledad es uno de ellos. Agrupa varias emociones: rabia, tristeza, ansiedad; o felicidad, serenidad, gratitud, dependiendo de si se trata de una soledad no planeada o una buscada. 

En el caso del abandono, puede ser un sentimiento real o una percepción personal… no me miran, no me tienen en cuenta, no me buscan. 

El duelo, por otra parte, es un proceso progresivo de adaptación a una pérdida que puede ser de una persona, una situación o incluso una cosa. El mal manejo del duelo puede llevar a buscar distractores que, en vez de contribuir a llevar de una manera positiva este proceso, profundizarán el problema. 

El duelo anticipatorio que ocurre ante una pérdida inminente se manifiesta con emociones similares al duelo tradicional, pero antes de que la pérdida ocurra realmente. Allí los terapeutas intervienen para preparar emocionalmente a las personas y ayudarlas a adaptarse a la idea de un futuro sin su ser querido.

El duelo traumático que sigue a una muerte repentina, violenta o inesperada, puede generar un proceso de sanación obstaculizado por este trauma o la presencia de recuerdos constantes del evento. En Colombia, situaciones como las desapariciones, la trata de personas o el secuestro entran en esta clasificación, aunque no exista una certeza absoluta de la muerte física de sus familiares o allegados. 

La psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross postuló las cinco etapas del duelo, que no necesariamente experimentan todas las personas ni en este orden: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Se ha añadido una sexta etapa del duelo, según el modelo de David Kessler, que es encontrar el significado. Esta nueva etapa implica honrar al ser querido fallecido, explorando su importancia en la vida de quienes lo amaron. Una etapa que cierra el ciclo y busca la sanación total. 

Las pérdidas o duelos pueden tener diferentes interpretaciones dependiendo de la visión de cada quien. Para algunos, el fallecimiento de alguien que arrastraba una enfermedad crónica o degenerativa puede ser algo “positivo”, pues esta persona ya no sufre más, mientras que para otros resulta insoportable pensar en esa ausencia. 

No necesariamente una pérdida está relacionada con la muerte. La pérdida de una función corporal, de un trabajo, del año escolar, de un bien, de una relación, conlleva también un proceso de duelo.

Las terapias grupales son una alternativa para el manejo de las pérdidas. Allí se guía a un grupo de personas que comparten problemas o desafíos comunes. Para que sea exitosa, el grupo debe ser homogéneo en psicopatología, en condición socioeconómica e incluso en edad si es posible.  

La intención es proporcionar un ambiente seguro y de confianza donde los participantes pueden expresar libremente sus sentimientos y pensamientos sin temor a ser juzgados.  En el caso de los suicidios, es común que las personas cercanas alberguen sentimientos de culpa y negación ante el hecho; en este caso, el manejo del perdón y la aceptación hace parte de las terapias.  

Señala el Dr. Franco que atender a los pacientes con una mirada humanista, comprendiendo sus emociones, es la base para un verdadero proceso de recuperación.  

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Intervención en: FORO: SOLEDAD Y SALUD MENTAL

Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina

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